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Finaliza la campaña electoral vasca en medio de un clima propagandístico sin precedentes

Tras veinte jornadas de campaña electoral, cerrada con una verdadera avalancha de mítines y una ofensiva propagandística sin precedentes, que ha dejado exhaustos a políticos, profesionales de la información y a los propios ciudadanos, el País Vasco gozará hoy de un respiro en la jornada de reflexión previa a la consulta electoral.

Aun a riesgo de caer en la exageración, puede decirse que las mismas incógnitas que se planteaban al inicio de la campaña se mantienen hoy. Muchas son las «quinielas» que -en base a sondeos partidistas unos, e incompletos otros- circulan en el País Vasco en los últimos días. Ninguna de ellas aclara definitivamente la correlación de fuerzas que se va a producir en el Parlamento.El peso que puedan alcanzar en el mismo UCD y PSOE sigue siendo una incógnita; el aumento o descenso de la clientela de Herri Batasuna -que debe pasar en estas elecciones la prueba de madurez- no lo es menos; la política de pactos del PNV para poder gobernar Euskadi -ya que solo no va a poder hacerlo- es aún un misterio no desvelado; el grado de abstención que vaya a producirse, y que determinará en buen grado la repartición de escaños, es también un enigma.

Con una virulencia y agresividad dialéctica como nunca se había conocido en el País Vasco, la mayor parte de los partidos políticos -Herri Batasuna es quizá la excepción- han «vendido» el Parlamento vasco como un instrumento válido para la estabilización política en Euskadi, y han situado en el asentamiento de la autonomía, la institucionalización interna de Euskadi, la pacificación, la salida de la crisis económica y la reducción del alto índice de paro existente en las provincias los problemas fundamentales a los que aquél debe dar solución.

El PNV se ha presentado en la campaña como el partido capaz de sacar adelante el país, en base a su historia y su papel de garante del desarrollo integral y progresivo del Estatuto de Autonomía. UCD ha ofrecido seguridad y experiencia de gobierno frente a una pretendida radicalización del PNV, su proclividad a la discriminación de los no nativos y sus inconfesables sueños independentistas. Por su parte, el PSOE ha tratado de plantear -y con bastante éxito, por cierto- las elecciones al Parlamento vasco como una exclusiva pugna entre nacionalistas y socialistas, nacionalistas y no nacionalistas, e incluso entre dos modelos de sociedad -conservador y progresista- en los que debe basarse el futuro de Euskadi.

Euskadiko Ezkerra ha presentado, una vez más, aunque con una imagen más sólida, una opción mixta nacional y de clase, en tanto que el PC ha ocupado su campaña en llamar a la unidad de la izquierda para posibilitar un desarrollo progresista del Estatuto. Mientras, Herri Batasuna aludía de nuevo a la necesaria negociación de los puntos mínimos de la alternativa KAS como única vía para la normalización de Euskadi.

Páginas 9,10,11, 12 y 13

Editorial en página 6

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