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El convento de las Reparadoras quedará ahogado entre cuatro bloques de cemento

El convento de las Madres Reparadoras, un edificio del primer cuarto de este siglo, obra de un destacado arquitecto, fue declarado, aunque sólo parcialmente, monumento nacional en 1977, merced al tesón de un grupo de vecinos. Con esa declaración, el edificio en cuestión fue salvado de la piqueta que la especulación urbanística había puesto a trabajar en él. Pero eso no impidió que, con toda su monumentalidad a cuestas, quedara aislado en medio de un mundo de cemento, absorbido por la gran ciudad que la inmobiliaria correspondiente había planificado para la zona.

El convento de las Reparadoras, situado en la avenida de Burgos, cerca ya de la carretera que une Madrid con esa ciudad castellana, fue construido a instancias de la comunidad de las Reverendas Madres Reparadoras en el año 1925. Es obra del arquitecto Luis Bellido cuyo nombre, en opinión del Colegio de Arquitectos, «ya dice bastante por sí mismo». El estilo que informa todo el edificio es el racionalismo madrileño, tan atacado en los últimos diez años.Pero, en el momento en que llegó tal declaración de monumento, el terreno ocupado por el convento tenía reconocido un volumen de edificación, según la aprobación definitiva dada al proyecto.

Luego, en el momento en que se produjo la declaración de monumentalidad, se dio la paradoja de que, en el solar que ocupaba el convento era posible edificar legalmente un determinado volumen; pero, también legalmente, no era factible derribar el edificio del convento.

Para solucionarlo se reunieron las dos partes principalmente implicadas en el tema. De un lado, la inmobiliaria, Promociones Gran Madrid, y de otro, la Gerencia Municipal de Urbanismo. Tal reunión permitió llegar a un acuerdo.

La zona del convento que había sido declarada monumento -la fachada y la iglesia- era cedida gratuitamente al Ayuntamiento. Además, en torno a los restos del convento, la inmobiliaria cedía una franja de terreno -para la protección de aquél- que equivale al 5 % de cesión para usos municipales que prevé la ley del Suelo. Como contraprestación a la recuperación de un monumento, el Ayuntamiento, a través de la Gerencia, consentía en que el volumen que en un principio tenía adjudicado el suelo ocupado por el convento, fuera traspasado a otra parcela contigua, propiedad también de Promociones Gran Madrid.

El resultado final es que el convento parece conservarse, pero lo hace en una versión muy reducida, en virtud de que sólo se conserva la parte monumental, en la que el Ayuntamiento, a base de pagar los casi doscientos millones de pesetas que puede costar la restauración, podría instalar una sala de conciertos y un conservatorio. Pero, además, resulta que ese monumento se va a encontrar, al final, aislado en medio de cuatro bloques de veinte plantas de altura.

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