Los suizos rechazan en referéndum la separación Iglesia-Estado

El pueblo suizo rechazó durante este pasado fin de semana la iniciativa solicitaban, a través de un ción de la Iglesia del Estado. El 78,9% de los electores votaron en contra de la iniciativa, mientras que solamente un 21,1% optó por un sí.

Sin embargo, el récord de esta votación fue el escaso margen de participación a este referéndum suizo, con sólo un 34,4% de votantes, lo que significa que sólo 3,8 millones de ciudadanos helvéticos acudieron a las urnas.

Ningún cantón votó a favor de esta iniciativa, que en 1973 fue patrocinada por un grupo de ateos en desacuerdo con las relaciones privilegiadas del Estado con las iglesias oficiales. Los autores de la iniciativa solicitaban, a través de un referéndum, que los contribuyentes dejaran de pagar el impuesto eclesiástico, impuesto que permite sobrevivir en completa abundancia a la gran parte de iglesias católicas y protestantes instaladas

Mayoría de tres a uno

La proporción de votantes en contra de esta iniciativa fue de tres contra uno, lo que refieja por un lado la fidelidad con que la mayoría de los electores siguió los consejos de la Confederación Suiza -que recomendó votar en contra-, y de los principales partidos conservadores, a la excepción del Partido Socialista, que decretó libertad de voto.Solamente los cantones como Ginebra y Neuchatel. registraron un mayor número de partidarios de la iniciativa de la separación de la Iglesia del Estado (35,2% y 30% a favor, respectivamente). Ambos cantones que en el plano local mantienen desde hace años la separación Iglesia-Estado.

Los más satisfechos de este referéndum popular son, evidentemente, las iglesias, que, a su juicio la votación de este fin de semana refleja la opinión de que son los cantones quienes deben resolver conforme a la tradición sus relaciones con la Iglesia, y que la relación entre Estado-Iglesia no ofrece en la actualidad ningún tipo de problema.

Por decisión popular, los contribuyentes seguirán financiando la construcción de iglesias y de campanarios, símbolo de una dualidad Iglesia-Estado que regula desde hace años la vida social del pueblo helvético.