Probable boicot de España a los Juegos de Moscú
España es, por el momento, partidaria del boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú. La reciente visita de Adolfo Suárez al jefe del Gobierno de la República Federal de Alemania, Helmut Schmidt, parece que ha inclinado definitivamente al Gobierno español al lado de norteamericanos ingleses y alemanes, principales patrocinadores occidentales del boicot olímpico. Los días 20 y 21 de marzo se reunirán en Estrasburgo los ministros europeos del deporte para tratar este tema. La postura española ya está definida. Nuestros atletas solamente acudirán a Moscú en el caso de que se produzca la distensión.
La suerte ya está echada. La suerte del deporte español ha sido decidida fuera de España. El Gobierno no hará una declaración formal porque esperará a que el conflicto entre en su fase definitiva. Si en mayo, a la hora de la inscripción, Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña mantienen la tesis del boicot, España no viajará a Moscú. La tesis que el Gobierno utilizará para justificarse ante los deportistas será ésta: «el deporte español tampoco tiene mucho que ganar en Moscú».Juan Antonio Samaranch pensaba hace un par de meses que España debería adoptar la misma postura que Francia o Italia, pero veía de lejos que nuestros deportistas no acudirían a la villa olímpica en el caso de que la presión internacional fuera importante. Probablemente cuando hablaba de Francia e Italia lo hacía pensando en que tomar el ejemplo de estos dos países podía suponer nuestra participación. Samaranch se temía que Gran Bretaña y Alemania apoyarían decididamente a Carter.
El boicot de Alemania Federal y España colocará en muy difícil situación a los dos grandes aspirantes a la presidencia del Comité Olímpico Internacional. Para suceder a lord Killanin solamente se manejan los nombres de Samaranch y del germano Willy Daume. La ausencia de Alemania y la presencia de España hubiera supuesto un mayor apoyo para Samaranch.
Cuando comenzó a plantearse en todo el mundo la cuestión olímpica el Gobierno se quitó el problema de encima al manifestar que la posición final la tomaría el Comité Olímpico Español. El COE no tendrá nada que decir en el momento de anunciar la decisión final. Los atletas españoles, por el momento, están condenados a no participar en Moscú.
Al margen de los problemas políticos que esta decisión puede comportar, España puede verse en serios aprietos para el Mundial-82.
El Gobierno no le teme a la opinión pública, porque en esta ocasión el boicot, si definitivamente se produce, no nos dejará en la situación de 1956, cuando solamente, además de los españoles, faltaron a la cita de Melbourne holandeses y suizos.
Por aquello de que el Mundial-82 se entiende que no sufrirá las consecuencias del probable boicot a Moscú, la UCD ha colocado estratégicamente a sus hombres de confianza para la organización del campeonato. En Elche el actual presidente del Consejo del País Valenciano, Monsonis, ha tenido a bien designar como representante del ente autonómico al presidente del club de la ciudad Manuel Martínez Valero. El nombramiento del presidente del Elche es una ofensa más de UCD a los valencianos. Martínez Valero fue el presidente que capitaneó hace tres años la oposición a la reunificación del fútbol valenciano. Mientras el Hércules se reintegró a la Federación Valenciana y con él la mayoría de los. equipos de la provincia, Martínez Valero, que es murciano, prefirió quedarse en la Federación Murciana. El pago a aquella operación antivalenciana le ha llegado a Martínez Valero con el nombramiento firmado por Monsonis. En la Federación Valenciana de Fútbol, de momento se han callado, pero más de uno está pensando en el mejor modo de pasarle factura a Monsonis.
Otro hombre de UCD que se ha lucido esta semana ha sido el alcalde de Burgos, José María Peña Sanmartín. El domingo no le gustó la actuación del árbitro Jacinto de Sosa y le consideró culpable de una alteración de orden público. De Sosa no fue detenido porque el delegado gubernativo no estimó lo mismo que el alcalde. En Burgos estuvo a punto de producirse aquel caso de Vigo en el que un alcalde digital multó a Urrestarazu. Ni siquiera entonces fue condenado el árbitro.
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