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Nueva fase en la privatización de la reforma agraria portuguesa

El Gobierno portugués procede a la entrega de tierras del Estado a pequeños renteros, con vistas a su explotación individual.Trescientas sesenta hectáreas de tierras estatales, hasta ahora cultivadas por una unidad colectiva de producción agrícola (UCP), de la zona de reforma agraria al sur del río Tajo han sido divididas en lotes de cuarenta hectáreas cada uno y arrendadas a título individual. El ministro de Agricultura confirmó que otras operaciones del mismo tipo están previstas para los próximos días y que se trata de una nueva fase de la reforma agraria portuguesa, anunciada en el programa electoral de la coalición ahora en el poder.

El Gobierno se opone al sistema de explotación colectiva exclusivo. Las primeras operaciones se desarrollaron sin incidentes, a pesar de las protestas de las unidades colectivas y de los sindicatos de trabajadores agrícolas. Estos últimos consideran que las unidades colectivas, cuya rentabilidad económica está amenazada por la devolución de tierras a los antiguos propietarios, no sobrevivirán a este nuevo proceso de reducción de sus dimensiones útiles. Los sindicatos afirman que la principal consecuencia del plan gubernamental será un fuerte aumento del paro agrícola, en una coyuntura en que los demás sectores están totalmente incapacitados para emplear el exceso de mano de obra así creado. A estos argumentos, el Gobierno opone la necesidad de aumentar la producción y la productividad agrícola de cara al Mercado Común, objetivo que las empresas colectivas se revelan incapaces de cumplir.

Por otra parte, el primer ministro, Sa Carneiro, confirmó que el proyecto de revisión de la ley de delimitación de los sectores público y privado hará desaparecer todos los obstáculos a la libre competencia entre iniciativa pública y privada. No habrá más sectores vetados al capitalismo privado, como lo son ahora la banca, los seguros, los transportes o la industria extractiva.

Por último, el Partido Social Demócrata, al que pertenece el primer ministro, Sa Carneiro, exige del presidente Eanes que renuncie a las «insinuaciones y evasivas» y esclarezca ante «todos los portugueses» sus relaciones con el Gobierno de Alianza Democrática.

El más reciente discurso del general presidente en materia de política exterior -manifiestamente incomprendido y desfigurado por la prensa portuguesa- ha originado un comunicado oficial del PSD, en el que se acusa a Eanes de negarse a condenar la intervención soviética en Afganistán y de tomar como blanco de sus críticas a la OTAN.

Esta reacción es tanto más sorprendente porque, en un primer momento, los medios próximos al Gobierno habían registrado con satisfacción la reafirmación, por parte de Eanes, del compromiso de Portugal en la defensa colectiva de Europa occidental y de sus aliados de la OTAN.

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