Antonio Roca
26 años, casado y con dos hijos y obrero en paro, quiere vender uno de sus riñones para poder sacar adelante a su familia. Lo ha dicho al periódico bilbaíno El Correo Español-El Pueblo Vasco: «Estoy dispuesto a hacer un disparate, porque cuando uno llega a la desesperación se le acaba la paciencia.» Antonio Roca es de Lugo y llegó a Portugalete en 1970. Comenzó de pintor de coches y luego trabajó en otras tareas, siempre de eventual, hasta que, desde hace ya siete meses, no le sale ni una chapuza. «Tengo agotadas todas las posibilidades de buscar trabajo, y si no puedo vender un riñón, pues tendré que salir adelante como sea, aunque tenga que robar.»
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