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El Partido Socialista francés confirma la estrategia de unión con los comunistas

El Partido Socialista francés (PSF) aprobó el llamado «proyecto socialista», que debiera seducir a los franceses a lo largo de los años ochenta, y así, conducir al partido al poder. A pesar de la unanimidad del voto, las divergencias entre las dos tendencias principales del partido se mantienen intactas y, a pesar del «golpe de Kabul» y de que «los comunistas programan el fracaso de la izquierda», más o menos a regañadientes, el PS confirmó la estrategia de unión con el Partido Comunista francés.El texto traza las líneas generales de lo que debe ser la acción gubernamental de los socialistas una vez en el poder. Paralelamente, define las fuerzas sociales que Participarían en la acción, ya que el PS sólo recoge actualmente alrededor del 25% del electorado. Esas «fuerzas populares» engloban el Partido Comunista, pero este último, de vuelta al gheto de los tiempos de la guerra fría, replantea el eterno dilema de la vida política gala: «Con los comunistas no se puede hacer nada y sin ellos tampoco» (desde hace veinte años, el PCF atrae el 20% de los 36 millones de electores franceses).

Algunos militantes presentes en Alfortville, en las inmediaciones de París, no ocultaron ante algunos periodistas que la convención extraordinaria del partido para aprobar el proyecto de sociedad «no sirve para nada».

Aunque exagerado, este sentimiento no es vano. Dos columnas vertebrales de un proyecto de civilización que pretende entusiasmar a las masas francesas cara al final del siglo XX fueron bombardeadas por la actualidad, y ello dice mucho de la fragilidad del análisis socialista de la sociedad presente y de su devenir: en efecto, toda la realización del «proyecto» para conquistar el Poder reposa en la «fe en la unión de la izquierda», que, una vez más, los comunistas han enterrado para mucho tiempo, «al alinearse totalmente a la estrategia mundial y ofensiva de la URSS, que ha variado su estrategia defensiva de los últimos lustros», según estimación de los dirigentes del PS.

En segundo lugar, la política exterior del «proyecto» se basa en la «distensión, que pasa por la Unión Soviética», hecho desmentido también por los últimos acontecimientos internacionales protagonizados por la intervención de Moscú en Kabul.

Dirigentes y mandatarios de las federaciones del PS a lo largo de dos días, criticaron a la URSS, al PCF y al líder de este último, Georges Marchais, «que se ha convertido en un ciudadano soviético».

Por lo demás, la convención fue dominada por discursos sembrados de matices destinados a enmascarar las diferencias serias entre las dos tendencias que animan el PS.

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Frente a los mitterranistas, los partidarios de Michel Rocardy interpretan el «proyecto» como un instrumento económicamente « realista» que debe autonomizar la acción del PS respecto a los comunistas.

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