Esperanza frente a la guerra nuclear
«( ... ) El día 1 de enero advertía el Papa de los riesgos de una guerra nuclear en un discurso cargado de dramatismo. Millones de muertos en un santiamén, ciudades arrasadas, cambios en la e.cología, falta de alimentos, mutaciones genéticas. Una descripción actualizada del día del juicio final. Podría suceder, y la intención papal era hacer una llamada a la paz y a la cordura.Para. los chinos, que también lahzaron su mensaje apocalíptico al mundo, la tercera guerra mundial es inevitable. El afán expansionista de los soviéticos con su reciente ocupación de Afganistán no podía sino ser tomado como una afrenta al otro gran gigante, Estados Unidos, que habría de dirimirse en duelo a muerte. Como en otro siglo, los honores ofendidos se pagaban inevitablemente a sablazos, ahora se lavarían con napalm y neutrones. ( ... )
Frente a tanto apocalipsis, que seguramente tiene por objeto encoger el ánimo y así prepararlo para que aguante con estoicismo las restricciones que sin duda nos esperan, aún cabe la esperanza. No estamos ahora más al borde del abismo que cuando la crisis de Cuba en 1962 o que en la guerra de los seis días egipcio-israelí o cuando la primera guerra perdida por Estados Unidos en 1975, en Vietnam. Lo que ocurre es que la economía y la política se han empeñado en desencantarnos durante los setenta y ahora la nueva década nos pilla a contrapié y cansados. ( ... )»
3 de enero
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