Los primeros refugiados del sureste asiático, en Madrid
Los primeros 190 refugiados, laosianos en su mayoría, traídos a España para su asentamiento desde los campos del sureste asiático, llegaron ayer a las seis y media de la tarde al aeropuerto de Barajas en viaje procedente de Bangkok, con escala en un «emirato del golfo Pérsico y en Rodas».
Al llegar al aeropuerto, personal de la Cruz Roja subió mantas a los laosianos en el avión para que se protegieran contra el frío. La mayor parte de los llegados son jóvenes de ambos sexos. Aproximadamente la mitad son niños. Su extracción social es de clase media o baja, según fuentes del comité de asentamiento y, también, de los propios laosianos.Sólo algunos pocos hablaban algo de francés o inglés. La comunicación con los periodistas se realizó principalmente por medio de traductores del lenguaje vietnamita.
A su entrada en la sala dos del aeropuerto en su área de llegadas internacionales, se les fue dotando de prendas de abrigo que aún conservaban las etiquetas comerciales. Su estancia en esta sala fue de pocos minutos, justos para cubrir ese trámite y subir ordenadamente a los autobuses, aparte de hacer breves declaraciones a la prensa. El delegado del Ministerio de Sanidad aconsejó que no prolongaran allí su permanencia, pues, aunque han pasado controles sanitarios rigurosos, aquí en España deberán revisarse.
Los laosianos fueron inmediatamente trasladados al albergue de San Rafael, donde comenzarán su vida de integración en España.
Uno de ellos, mecánico, casado y con un hijo, dijo que España le parecía un país acogedor. «Da pena dejar nuestro país, pero no me importa trabajar en lo que sea.»
A la llegada, cundió el rumor de que entre los viajeros se encontraba el anterior primer ministro laosiano. Sin embargo, pudo precisarse el error de este punto. Tan sólo llegó una persona con apellido conocido -según precisó una de las señoras que actuaron de intérpretes-; se trata del señor Insiengmay, supuesto familiar del ex ministro de Educación laosiano.
Por otra parte, en vuelo procedente de Londres tenían prevista su llegada para ayer por la noche otros sesenta laosianos, por vía Londres. Debieran haber llegado a las tres y media de la tarde, pero perdieron el avión.
A las cuatro y media, varios representantes ministeriales espanoles y el presidente del comité de asentamiento, embajador Pérez del Arco, explicaron en una rueda de prensa algunos aspectos de esta campaña de asentamiento.
Fue calificada como una acción de solidaridad en atención a los derechos humanos.
España dará instrucción y posibilidad de trabajo a grupos familiares del sureste asiático hasta completar un número de mil personas, que llégarán en sucesivos vuelos. La operación se calcula que terminará a finales de marzo y el presupuesto previsto asciende a 37 millones de pesetas, de los cuales el ACNUR ha cubierto veintidós y el resto se espera conseguirlo mediante aportaciones, bien en metálico, bien en útiles diversos, a través de otros organismos. «Cuesta menos que el fichaje de un futbolista», puntualizó el señor Pérez del Arco.
Los siguientes grupos serán alojados en diversos albergues. «Nada de ghetos», donde, en primer lugar, se les empiece a enseñar el idioma y la forma de integrarse en España. A través del Instituto Nacional de Empleo ya se ha estudiado un plan para su inserción laboral.
Los llegados ayer por la tarde son ex refugiados del campo de Ubon, uno de los establecidos en Tailandia. El resto de.los grupos serán traídos de este país y Filipinas, Indonesia y Hong-Kong.
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