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Caracas es un zoco

El ministro venezolano de Minas, Humberto Calderón Berti, ha llegado a decir: «Esto es un auténtico bazar árabe. » El caso es que ninguna conferencia ministerial de la OPEP se parece, ni en la forma ni en el fondo, a esta de Caracas. No sólo por las discuciones y anuncios repentinos y unilaterales de aumentos de precios que se suceden, sino también por la sensación que existe de que el hotel Tamanaco, de la capital venezolana, se ha convertido en un bazar, en un zoco moro, donde los mercaderes del petróleo, árabes o no árabes, tratan de obtener por su mercancía el mejor precio posible.

Costes de organización

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A la Hacienda venezolana, la organización de la conferencia le ha costado más de diez millones de dólares (unos 670 millones de pesetas). «Eso no es nada», afirma un periodista local; «con unos cuantos barriles lo compensamos.» Pero el problema ya no es el costo de la conferencia, sino el auténtico lío de gente y problemas que ha originado. Las reservas de hoteles no se han mantenido, es imposible salir de Caracas si no se tiene el billete de avión reconfirmado con un mes de antelación y, en la conferencia, las secretarias de organización superan en número e ineficacia a los setecientos periodistas desplazados de todo el mundo.

Los chistes de la reunión

Con todo, el humor no falta en Caracas. «Cuidado si vas al servicio», dice un empresario petrolífero europeo que se ha colado como periodista en el hotel Tamanaco; «cuando vuelvas ya habrán subido el precio otros dos dólares más. »Evidentemente, el problema es el precio y no los argumentos que justifiquen los aumentos. Para describir la posición iraní, otro gracioso comentarista decía: «La posición de Jomeini está clara: o se baja el precio de la coca-cola en todo el mundo o yo sigo subiendo el precio del petróleo. »

Porque lo que está claro aquí, en Caracas, es que «las barbas de Jomeini pesan sobre la economía mundial mucho más de lo que ésta pueda soportar».

En los pasillos del hotel Tamanaco se ha comentado también que el grosor de las paredes y la distancia de los informadores de la sala de reuniones ha impedido que se oigan los gritos de la conferencia. Según algunas personas próximas a la sala, sólo ha faltado que se arrearan con las sillas en alguna de las discusiones mantenidas a lo largo de las dos jornadas que ha durado hasta ahora este 55 encuentro en la cumbre del cartel más poderoso del mundo.

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