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Ofensiva de católicos italianos contra la ley sobre la interrupción de la maternidad

Juan Arias

La ley sobre el Aborto (o, mejor, sobre la interrupción de la maternidad) aprobada por el Parlamento italiano ha vuelto a ponerse estos días de actualidad. Los grupos católicos más conservadores han vuelto a afilar las armas y están dispuestos a dar batalla. Se espera sólo una importantísima decisión del alto tribunal constitucional en respuesta a una serie de recursos contra la «inconstitucionalidad» de la ley, interpuestos por católicos a título personal o en grupo.

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La decisión, que se tomará el mes que viene y que las fuerzas laicas están seguras que será a favor de la ley ya aprobada por el Parlamento, ha movilizado precisamente por esto a todas las fuerzas católicas. Una ayuda no indiferente les vino ayer de un discurso del papa Juan Pablo II al Centro Italiano Femenino (CIF), uno de los movimientos que más han luchado siempre contra la ley. Recibiéndoles en audiencia privada, el Papa los elogió mucho por su postura contra el aborto y les dijo que toda forma de legalización del aborto no se puede realizar sino «con daño de la dignidad humana».Aunque el Papa no nombró explícitamente la ley ni se refirió al debate en el Tribunal Constitucional, todos los observadores pusieron de relieve que ha sido muy significativo que precisamente en este momento el Papa haya elogiado a los componentes del Centro Femenino por la defensa que hacen de la vida «desde el primer momento de su concepción», tanto «en las costumbres» como en la «legislación».

El aborto y los derechos fundamentales del hombre

El día anterior, el diario católico L'Avvenire, portavoz del episcopado italiano y financiado en gran parte por el Vaticano, había puesto de relieve que «son siete los artículos de la Constitución violados por la ley 194, que autoriza la interrupción de la maternidad, 'todos los cuales», añade, «se refieren a los derechos fundamentales e inviolables del hombre». Recuerda también el diario católico que la ley fue aprobada por «juegos políticos», después que había sido rechazado por el Senado el primer proyecto.Toda la prensa democrática del país pone de relieve que existe una auténtica presión ante el Tribunal Constitucional.

De hecho, los grupos y movimientos católicos que hace diez meses querían un referéndum abrogativo de la ley fueron convencidos para que esperasen la sentencia. Les convencieron los mismos obispos, por temor a una ruptura, como en el caso del divorcio, entre los católicos del país. Pero lo que se preguntan muchos es qué podrá suceder después de la sentencia del Tribunal dentro de unas semanas. Si la sentencia es a favor de la ley, será dificil incluso a la jerarquía detener a los grupos, que tienen ya todo preparado para pedir el referéndum popular abrogativo. Y si el Tribunal, ante tantas presiones, se pronunciara por lo menos en parte contra la ley, la lucha para que el Parlamento cambiara la ley-sería muy dura, como afirman todos los observadores laicos. Esta vez, los católicos tradicionales, apoyados moralmente por la postura indiscutible del Papa polaco, pedirían abiertamente a la Democracia Cristiana «que no traicione sus ideales cristianos», como ya hizo la otra vez por «mezquinos intereses políticos», como afirma un diario de orientación católica. Pero, al mismo tiempo, la lucha sería muy dificil, porque los partidos, incluso la Democracia Cristiana, y por supuesto los de izquierda y laicos, tendrían que convencer a sus bases, que difícilmente aceptarán la vuelta atrás de una conquista democrática de tal envergadura.

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