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Grave alteración ecológica en una isla antártica a causa del envío de unos gatos

El envío masivo de gatos a una remota isla de la Antártida para liberarla de las ratas está a punto de alterar todo el equilibrio ecológico de la zona.

Poco después de finalizar la segunda guerra mundial, un contingente de tropas expedicionarias desembarcó en la diminuta isla antártica de Mario, a 2.400 kilómetros al sur de Ciudad del Cabo, para instalar una estación meteorológica y anexionarla a la Unión Surafricana. Pero las ratas que escaparon de la barcaza militar se multiplicaron rápidamente, infestando el edificio de láminas de hierro ondulado del puesto.Un mensaje urgente llevó a la isla un barco de socorro a principios de 1948, con cinco gatos domésticos a bordo. Su misión era limpiar la isla de ratas. Pero ahí no acabó el problema. Actualmente, los 290 kilómetros cuadrados de extensión nevada que forman la isla Marion están todavía infestados de ratas, a lo que se añade la existencia de 2.500 gatos, y esta cifra podría doblarse en sólo unos años.

«Alguien cometió una gran equivocación», comenta John Skinner, catedrático de Zoología de la Universidad de Pretoria, quien colabora en los intentos de controlar los gatos. Poco más o menos, lo que sucedió fue que los gatos se dedicaron a ignorar a las ratas, pero fueron engulléndose paulatinamente a la población pajaril, a razón de 600.000 ejemplares al año. «Esto se ha convertido ahora en un grave problema y muchas especies de pájaros se ven amenazadas y al borde de la extinción», afirmó Skinner.

Según el citado científico, «estos gatos están en estado totalmente salvaje, más salvajes que los leopardos del parque nacional Kruger. Pronto, la isla no podrá soportar ningún tipo de vida animal. Los pájaros son pequeños y cuentan con pocas defensas ante los gatos. Son una presa fácil, más fácil de cazar que las ratas».

Todos los estudios dirigidos a erradicar la amenaza felina y reestablecer el equilibrio de la Naturaleza han resultado vanos. Las trampas y el veneno, sencillamente, no han surtido efecto, La forma de la isla, con planchas sueltas y cientos de cavernas, proporciona excelentes escondrijos a los gatos.

Skinner dice que a los científicos les está dejando perplejos la inmunidad de los gatos al virus mortal y también el clamor popular contra la matanza de los gatos asesinos Hace tres años, el Gobierno sur africano aprobó un plan para inyectar a cien gatos de la isla un virus especialmente preparado que habría de infestar al resto de la población felina y matar después a los portadores del mismo en el curso de veinticuatro horas. El personal de la estación meteorológica de la isla encontró a algunos de los gatos marcados dos años después, muertos de puro viejos.

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