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Tensión contenida en los funerales de los tres guardias civiles asesinados en Azpeitia

En medio de una gran tensión contenida -la emoción sólo desbordó a los familiares de las víctimas-, se celebraron ayer en San Sebastián los funerales por los tres guardias civiles acribillados a balazos el miércoles, a últimas horas de la noche, en lalocalidad guipuzcoana de Azpeitia. Tras el asesinato fue suspendida, por razones de precaución, la manifestación pro amnistía prevista para ayer en esta localidad. El alcalde de Azpeitia había insistido en que no debía celebrarse la concentración porque «podía ocurrir una masacre».

Nada más finalizar la ceremonia religiosa, a la que asistió el capitán general de la VI Región, Antonio Pascual, los cádaveres de Angel García Pérez, Antonio Alex Martínez y Pedro Sánchez Márfil -ninguno de los tres superaba los veinte años- fueron trasladados a sus localidades de origen, donde serán enterrados. En el momento en que los féretros cubiertos con la bandera española eran introducidos en los furgones fúnebres, militares y guardias civiles en posición de firmes dieron vivas al Rey y a España, que fueron contestadas por algunos familiares de las víctimas. Algunas mujeres de guardias civiles expresaron de viva voz su opinión de que el Rey no les ayudaba, y un militar de graduación comentó a otro compañero que no les faltaba razón para protestar en esos términos.En otro orden de cosas, las autoridades policiales se encuentran molestas porque opinan que los testigos del atentado no han prestado la colaboración requerída para la buena marcha de las investigaciones. Según un despacho de la agencia Europa Press, que cita «fuentes bien informadas», ninguna de las personas que se encontraban en el lugar del atentado habrían facilitado datos sobre los autores del asesinato.

Los tres guardias civiles acompañados por la esposa de uno de ellos, fueron sorprendidos por el comando armado cuando a las diez y media de la noche se encontraban bebiendo y toman do unos pinchos en el bar Izaro, de Azpeitia. Minutos antes en traron en el establecimiento los cuatro agresores, que se situaron en la barra y pidieron dos medios gin-tonic, un medio cuba-libre y una tónica. No habían apenas probado las bebidas cuando solicitaron precipitadamente al camarero el importe de las consumiciones. Fue después de depositar en la barra 180 pesetas, cuando sacaron sus armas y, prácticamente a bocajarro, dispararon a la cabeza a los tres guardias civiles, que cayeron heridos de muerte en el suelo. Algunas informaciones señalaron que los agresores remataron a sus víctimas.

La mujer del guardia civil Pedro Sánchez Márfil, que se encuentra embarazada, salió del bar presa de un ataque de nervios para pedir auxilio, y tropezó junto a la puerta con dos jeeps del cuerpo que pasaban casualmente por el lugar. Cuando descendieron los guardias civiles de los vehículos -los asesinos huyeron segundos antes-, dispararon sus armas al aire, aunque no pudieron ver el automóvil en el que se alejaba el comando armado. Más tarde, entraron en el local y encontraron a sus tres compañeros muertos, rodeados de un gran charco de sangre, junto al que recooieron diecisiete casquillos de bala calibre 9 milímetros Parabellum, marca SF, y un cargador Browning con doce cartuchos.

Los asesinos habían conseguido huir en un Seat 124 de color azul, matrícula SS-6088-A, robado, al parecer, horas antes. Por otra parte, el Ayuntamiento de Azpeitia condenó enérgicamente el atentado, que calificó de brutal.

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