España los sefardíes e Israel

La semana pasada asistía en la Universidad de Ginebra a una conferencia del profesor Starobinski, israelí de confesión e importante figura del pensamiento moderno y de la crítica literaria. Al final de su conferencia, para confirmar sus ideas, recurrió con extrañeza del público, a tres ejemplos de la literatura española (santa Teresa, el lazarillo y Cervantes). Dejó caer de paso la gran influencia que los judíos conversos tuvieron en el desarrollo de nuestra literatura clásica.Le recuerdo este ejemplo vivido, porque confirma claramente la s ideas que sobre nuestras relaciones con el pueblo judío quiero exponerle:

a) Pocos pueblos han imbricado tan profundamente sus vidas e historia, como el judío y el español. Los cálculos dan aproximadamente un 10% de «sangre» hebrea en nuestras venas.

b) La separación dolorosa dura ya casi cinco siglos. Nuestra intolerancia religiosa, que tuvo una gran parte de responsabilidad en el drama, es ya hora que entone el mea culpa.

c) La comunidad sefardí ha mantenido nuestra lengua durante siglos por distintos puntos del globo.

¿Qué impide que España establezca relaciones diplomáticas con Israel, cuya población, en un 60%, se considera sefardí, es decir, de origen español?

Bien seguro, conozco el gran argurnento: los judíos han caído en la misma trampa de la que fueron víctimas y de la que nos acusaron siempre: el Estado teocrátíco y confesional (nuestro Estado católico quemó y expulsó a los judíos, su Estado-hebreo ahuyenta y maltrata a los palestinos). Es cierto que el argumento es de talla y debería hacer reflexionar a los israelíes. Pero negándose los españoles a establecer con ellos relaciones diplomáticas, ¿es su situación la mejor para hacerlos la moral? Y en fin de cuentas nuestro problema con ellos es diferente del que ellos tienen con los árabes.

¿Y los derechos humanos de los palestinos? Si España tuviera que romper sus relaciones diplomáticas con todos los países que no respetan, los derechos humanos, los embajadores en Madrid se podrían contar con las manos.

¿Y el petróleo árabe? La política internacional está hecha de intereses legítimos (la buena). Pero nuestra economía «en paz» con los judíos no téndría menores beneficios que «en paz» con los dueños del petróleo. El balance de nuestros intereses financieros y comerciales sería bien distinto si personalidades judías de la prensa, la ciencia, el cine, la banca, el comercio, la música.... nos miraran con ojos de «hermanos» y no de enemigos seculares. Puesto en la balanza el frío peso de los intereses materiales, no sé si se inclinaría del lado árabe o israelí.

¿Y nuestra cultura árabe? No puede separarse de la Judía. Si la Mezquita de Córdoba es árabe, Fernando de Rojas (La Celestina) es de origen judío. Profesores Starobinski hay miles por el mundo que publicarían nuestra cultura, porque es también la suya, si otras fueran nuestras relaciones con ellos.

Aunque conozco las dificultades y las presiones árabes, tengo la esperanza de que la sociedad española lo hará posible para qué estos marginados de nuestra cultura, que mentalidades fanáticas expulsaron de sus casas y han tenido olvidados durante siglos, recobren la paz con nuestro país.