Ritual del porro
Eso que pasas, chorva, ese humo encadenado blandamente, ese ademán nocturno y solidario, eso que a ti te pasan (y la ciudad-bizarra de palabras, prenavideña y letal), esa rueda involuntaria de cabezas, gente en el ritual del porro, ese sueño delgado que no mata, y la ciudad ominosa y onerosa, con todos sus Metros descarrilados en el tiempo, esa pálida lumbre, candela entre tus manos como virginales vitrales, chorva, tía, qué anillo cierra, qué bodega inviste, a qué círculo místico nos eleva/releva.Ultime, rito adolescente que mi edad alcanza, paraíso corto al que todavía, llego, plazoleta final, generacional, en que mis pies se bañan, aquí venía a parar todo, tránsfuga de juventudes, tal lo dijo André Gide:
-Siempre corre usted tras su propia juventud, monsieur Gide.
-Y no sólo tras de la mía, joven.
La mía o la tuya. Salvación última, jai, niña de noche, paraíso artificial que no penetro, yo, que nunca he sido natural, hoguera de silencio chico/ chica, llamas de vuestra edad donde acerco mis manos ateridas de sintaxis política, fogata final que me esperaba, como al fin de la Bowery, como al final de Baudelaire, vino de los traperos, este flipe, este cuelgue, este pasar de mucho, camellones que portan su luz de harina impura, como esas mulas con farol al cuello, la procesión, rubia en la noche, de lo blanco y lo negro, o esa niña de morenez mordida desde dentro, comida en palidez por el beso interior que le ha dado su edad.
Eso que pasas, chorva, ese final dibujo, cadeneta de manos con olor a pupitre, esa forma sedante, sedente, que al fin adopta una generación (cada nueva generación trae sus gestos o máscaras, su modo de sentarse), mientras la Historia se reordena /desordena en papeles acribillados, maniatada en un piso franco, secuestrado un siglo en un Estatuto. Ya no es el flipe dernier de los ceguerones, sino una basca generacional, como la voz, que comulga la eucaristía invisible, se comulga a sí misma, se dan, os dais, nos damos unos a otros, cuando el ángel chapista cae en el hemiciclo vencido por la bestia o por los votos.
Okal, okal es el remedio del dolor, todavía aquellas radios anunciaban dolor y ponían el remedio, ni mujeres ni negros ni obreros han recibido a ningún dios sobre su culpa, continentes de lluvia donde no llega el dólar, Camboya es un retablo de arcángeles abrasados por el hambre, bajorrelieve de las telefotos, la angeología de la miseria, de la que nada dicen los angeólogos. Gromiko inicia su visita a Madrid, pásate el porro.
Con el cheque/regalo te dan la Navidad en cualquier tienda, a largos plazos, hay juguetes y posters para todos, a la izquierda del socialismo no hay nada, dice Felipe en Portugal, ¿estás tú a la izquierda del socialismo, estás a la derecha, por qué mano va el porro, en qué sentido, cómo gira la rueda?, explícale a Felipe, please, que viene la separación matrimonial, una cosa regulada, amor, tú te quedas el diafragma, yo el exprimelimones, no va a ser al contrario, qué vacile.
La Permanente del Episcopado, ¿ya no os hacéis vosotras la permanente?, se llevaba solriza, me recuerdo, tú llevas pelos fritos, o minuciosas coletas manieristas, o la melena Byron/Rimbaud que te efebiza, alí los paraísos aildróginos que tu sexo desmiente, la muchachalmuchacha que ahora pasa su porro. Yo no sé si eso es malo o bueno, que lo prohíban, chorva, o que lo dejen, otros fumaban Cuadernos para el Diálogo, hace cantidad (quieren construir en Gredo s, van que flipan, llenar la sierra de tresillos/skay, Cueto, amor, «París, Paris», clamaba Blasco Ibáñez, el turista, «Gredos, Gredos», replicaba Unamuno), nosotros ahora fumamos de Cioran, quemado por sus ácidos y exilios, «la historia científica de Franco tardará en escribirse treinta años», y qué leemos en tanto, ya ni siquiera viajas, tía, ya no viajáis los jóvenes, a tomar por Katmandú, quietos aquí en el corro, en esta rueda, pasa tu beso de humo mientras Madrid, gótico de terror, huye hacia el cielo.
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