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Tarancón,"El divorcio es un mal social, pero no vamos a interferir en la legislación civil"

La postura de la Iglesia ante el divorcio y el aborto -«el divorcio es un mal social, pero no nos vamos a interferir en la legislación civil»-, el paro, las autonomías, las autodenominadas comunidades cristianas y la estrategia del pontificado de Juan Pablo II fueron los puntos esenciales del discurso pronunciado ayer, ante, 77 obispos y el nuncio del Vaticano, monseñor Dadaglio, por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón durante la apertura de la 32.1 Asamblea Plenaria del Episcopado, cuyas sesiones de trabajo. se prolongarán hasta el próximo sábado.

«Nosotros creemos firmemente que el matrimonio es indisoluble. Y todos los cristianos que sean coherentes con su fe no podrán acogerse a una práctica que ellos no pueden admitir. » Estas palabras de monseñor Tarancón, seguidas de «nosotros sabemos que el divorcio es un auténtico mal social, de graves consecuencias de orden humano», fueron matizadas con la deelaracilón de que la Iglesia no trata de imponer a nadie sus creencias y que «ni somos los llamados a legislar civilmente, ni queremos interferirnos en la actuación de quienes tienen esa responsabilidad»."De esta manera, si la Conferencia Episcopal aprueba la tesis inicial del cardenal Tarancón, la Iglesia. reafirma los pactos Gobierno-Santa Sede, firmados en enero pasado y que permitirán, en cuanto dichos acuerdos se publiquen en el Boletín Oficial del Estado, comenzar las separaciones por los tribunales civiles de los matrimonios católicos.Con todo, monseñor Tarancón recordó «los valores morales de la convivencia familiar» y afirmó que había que «prevenir a los legisladores sobre su responsabilidad ». El punto de partida de tales tesis: «la familia es una institución estable por su propia naturaleza, por exigencias del mismo amor, que ha de ser siempre su raíz», y la contradicción que podría producirse al trasladar la, idea a la realidad cotidiana de lo «que ocurre cuando ese amor-raíz se desvanece fue comprendida por una serie de obispos en conversaciones de pasillos, aunque elogiaron todos ellos el discurso del cardenal.

En cuanto al tema del paro, preocupa especialmente a la Iglesia porque puede provocar una «generación de frustrados» y porque la amargura y desilusión de los jóvenes desempleados está vinculada al incremento de la delincuencia. «Aunque la Iglesia no puede solucionar este problema, sí debemos apelar a la conciencia de quienes tienen alguna posibilidad para hacerlo. »

El peligro intrínseco al resurgir de las autonomías, de dar más importancia a las conferencias episcopales regionales, puede ser el aislamiento y el hecho de que en algunas zonas las comunidades cristianas exijan que los obispos sean nativos, circunstancia que puede tener sus ventajas, pero que, a la vez, «puede producir un empobrecimiento que después lamentaríamos». Las autodenominadas comunidades cristianas también preocupan al cardenal Tarancón -especialmente tras el pronunciamiento favorable al aborto de las de Madrid y Euskadi-, porque, si bien son «una floración espléndida, un signo de nuestro tiempo», también «es indispensable subrayar que han surgido al margen de las estructuras tradicionales -parroquia, diócesis- y aun sin el impulso directo de la jerarquía. Algunas», añadió, «sin contar con ella».

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