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Enfrentamiento izquierda-derecha respecto a la enseñanza de religión

De tarde en tarde, el Congreso de los Diputados sigue con atención y respeto un debate parlamentario. Ayer, entre las siete y las diez menos veinte de la noche, la Cámara asistió expectante al turno que consumieron los oradores respecto a una proposición no de ley presentada por el Grupo parlamentario Socialista, en la que se solicitaba que se deroguen las órdenes ministeriales por las que se regula la formación religiosa en bachillerato y formación profesional. La proposición fue finalmente rechazada.

Un conjunto de personas expectantes tuvo ocasión de escuchar la defensa del socialista Luis Gómez Llorente; la oposición, primero, de Manuel Fraga, en nombre de Coalición Democrática, la de Oscar Alzaga, en representación del Grupo Centrista, la de Eulalia Vintró, por los comunistas, y el silencio, embarazoso, tras unas explicaciones confusas y acogidas con murmullos del ministro de Educación, José Manuel Otero. La izquierda y la derecha regalaron con dos largas ovaciones a sus respectivos diputados, mientras el vicepresidente Abril hacía gala de un ostentoso regocijo y complacencia al escuchar al diputado Oscar Alzaga.Gómez Llorente centró su intervención en combatir el sistema de opción que propone la orden ministerial y que faculta a los alumnos para elegir entre la clase de religión o la de ética y moral, y aseguró que este problema de la ,Opción era el que nucleaba todo el debate, ya que, aunque la Constitución y los acuerdos con la Santa Sede habían evitado optar por ese sistema de opción, una «simple orden ministerial» había resuelto un tema que calificó repetidas veces de «muy delicado». Gómez Llorente diseñó una teoría sobre la necesidad de distinguir entre la opción negativa y la positiva. Según él, la opción negativa es la que asume la orden del Ministerio y que consiste en que reciban clase de religión todos aquellos que no se opongan expresamente.

Añadió luego que la ética y la filosofía que se van a enseñar son presumiblemente unilaterales y parciales, y que con el régimen establecido se ha querido presionar «de manera más suave, pero presionar» para que los alumnos sigan estudiando religión, y «para nosotros, la opción libre debe ser totalmente positiva». La argumentación de que la clase alternativa se ofrece para que los alumnos que asistan a religión no se sientan discriminados, le parece al diputado socialista una falacia, y se preguntó si alguien estaría dispuesto a imponer una obligación distinta, los domingos por la mañana, para aquellos ciudadanos que optan por no ir a misa.

Manuel Fraga, adelantando que se trataba de «una cuestión trascendental», aseguró que Gómez Llorente había dado una visión rusoniana de la educación, que la enseñanza de la ética es punto fundamental en todo sistema educativo y que está más de acuerdo con el espíritu de la Constitución el que se imparta expresamente esa enseñanza de ética y moral.

Adujo razones de tradición histórica, cultural y sociológica de España; razonó sobre la transitoriedad de las disposiciones que se atacaban, y concluyó que ellos no habían suscitado el tema y que «son otros los que no quieren enterrar viejas querellas» y los que han traído a esta Cámara, de nuevo, la cuestión religiosa. Pidió a la Cámara que diese ejemplo de exigencia ética votando «por la educación moral de nuestro pueblo».

Oscar Alzaga, en nombre de los centristas, empezó recordando la provisionalidad de las órdenes ministeriales, en tanto no se firmasen los acuerdos con la Santa Sede, y que se han dictado sólo para el curso escolar 1979-1980. Su argumento se concretó, fundamentalmente, en responder a la distinción entre opción positiva y negativa que había planteado Gómez Llorente, para introducir lo que llamó la opción positiva simple y la opción positiva alternativa, que, en su criterio, es la que realmente adopta la decisión ministerial.

Explicó que la opción positiva simple es coactiva, porque los que no acudan a clase de religión tendrían, en ese tiempo, estudio vigilado u ocasión para preparar otras asignaturas, y eso «sí que constituiría una verdadera penalización para quienes hubiesen optado por el estudio de la religión».

Eulalia Vintro, por los comunistas, se opuso a la consideración de asignaturas fundamentales para la religión y la ética, y adujo, entre otras razones, que se oponía también a las órdenes ministeriales, porque los padres no tenían opción para elegir el profesor que ha de impartir las clases de ética y moral.

En este momento, el ministro Otero preguntó si iba a haber nuevas intervenciones del Grupo Socialista. El presidente de la Cámara, Landelino Lavilla, le advirtió que sólo podría intervenir en ese momento, y no en ninguno posterior, y Otero Novas afirmó que, en ese caso, no tenía nada que añadir, porque no le había parecido de interés lo que se había dicho como para responder.

Gómez Llorente, en turno de réplica, señaló su asombro «por la descortesía» con la que el ministro obsequiaba a toda la Cámara y replicó a Fraga que ellos no habían traído la cuestión religiosa, sino que «contestamos a unas actuaciones que han llegado por caminos malhadados para traer, a través del Boletín Oficial, esa cuestión».

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