Tarradellas podría haber forzado la crisis del pacto municipal de Barcelona
La inesperada decisión del muy pequeño partido democristiano Unión Democrática de Cataluña -coaligado electoralmente al de Pujol- de pasar a la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona ha introducido un elemento de confusión y sorpresa en lo que inicialmente era un mero deseo del partido de Jordi Pujol de replantear en términos más beneficiosos su colaboración municipal con comunistas y socialistas.
Fuentes del partido de Pujol acusaron a Josep Tarradellas de ser el autor del inesperado golpe de efecto, en el marco del eterno deseo de este último de hallar un camino que le permita continuar siendo presidente de la Generalitat.Tras las elecciones del 3 de abril se estableció para el Ayuntamiento de Barcelona un pacto de progreso entre comunistas, socialistas y Convergencia Democrática de Cataluña (CDC). Este último partido -que lleva agregado el citado grupo democristiano- decidió que el pacto tuviese sólo seis meses de duración para ser reconsiderado pasado ese período. Al cumplirse los seis meses, el pasado día 19, Pujol prefirió posponer la decisión hasta después del referéndum estatutario.
Durante las últimas semanas de vigencia del pacto, Pujol sostuvo por lo menos dos importantes reuniones con concejales de UCD del consistorio barcelonés, para ver cuál era la postura de éstos. Pujol intentaba inicialmente que el pacto a tres pasara a ser un pacto a cuatro, lo cual le hubiese beneficiado, al poder aparecer como eje del gobierno municipal. Pero la UCD acabó manifestando explícitamente que prefería permanecer en la oposición.
En los últimos días, Pujol y la gran mayoría de su partido -exceptuando a Trías Fargas, pero incluyendo sectores que normalmente se identifican con este último- pasaron a desear únicamente una renegociación del pacto.
La decisión formal debía tomarse con ocasión de la reunión del consejo nacional de CDC, convocada para la tarde del sábado y que terminó muy avanzada la noche. Antes de que se llegara a este punto concreto del orden del día, el grupo democristiano coaligado decidió dar a conocer que abandonaban el pacto. La noticia llegó rápidamente a los reunidos y les colocó en un callejón sin salida: reafirmar el pacto, como deseaban, era romper con su a menudo olvidado aliado, que cuenta con tan sólo unos doscientos militantes en toda Cataluña y casi ningún medio económico, mientras que CDC tiene unos 10.000 militantes, pese a que oficialmente se facilita una cifra superior, y muy poderosos medios.
Dentro de CDC y en la reunión del consejo nacional, Trías Fargas también se pronunció contra la continuidad del pacto. Pero no puede establecerse una relación directa entre los razonamientos de un partido de origen muy próximo a la Iglesia católica y Trías Fargas, cuya laicidad es manifiesta.
Ante todo ello, CDC decidió algo de difícil expresión: romper el pacto, pero continuar como hasta ahora con sus concejales ocupando los cargos de gobierno del municipio que les correspondieron, mientras se daba un mandato al comité ejecutivo para renegociar.
Es una obviedad afirmar que la mayoría de CDC desea que la renegociación resulte un éxito.
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