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Bueno Monreal: "La sociedad no gana nada, en absoluto, con el divorcio"

Los católicos sevillanos celebraron ayer el 25º aniversario de la llegada a su diócesis del cardenal José María Bueno Monreal. Obispos y sacerdotes oficiaron una misa solemne en la catedral, para conmemorar estos veinticinco años «de entrega, de espíritu renovador, de empuje apostólico, de tacto y de comprensión», como explicaron en una circular reciente sus obispos auxiliares. Poco antes le entrevistó el corresponsal de EL PAIS en la capital andaluza.

Bueno Monreal produce la impresión de ser lo que es: un hombre muy inteligente, afable en el trato y básicamente conservador. Está preocupado porque las aguas de la Iglesia siguen revueltas y porque la izquierda española pueda, una vez en el poder, obstaculizar la enseñanza religiosa. Pero no se obsesiona, domina aparentemente sus nerviosismos y confía en que la Iglesia, liberada de la tutela estatal, sepa caminar por sí misma.«Sí, nuestra situación actual en España es esperanzadora. Estábamos necesitando que la Iglesia dejase de ser llevada, acunada, por el poder civil, que la religión de los españoles nos la hagamos nosotros conscientemente. Hasta ahora nos hemos dejado llevar y había mucho oropel falso. Creo que estamos en el camino de una mayor autenticidad cristiana. Por ejemplo, antes teníamos cada curso 150 o doscientos nuevos alumnos cada año en el seminario de Pilas, pero muchos de ellos venían simplemente porque era un colegio gratuito. Hoy tenemos menos seminaristas, pero representan más en calidad y valía. »

Claro que el cardenal observa con preocupación algunos fenómenos de la sociedad española de 1979. Por ejemplo, el divorcio. «No sé en realidad lo que pasará, porque la profecía no es mi fuerte. Me sospecho que sí, que habrá divorcio. La verdad es que hay matrimonios rotos para los que hay que buscar una solución, pero el divorcio no soluciona nada. Al contrario, lo que hace es abrir las puertas y dar facilidades para que se rompan. Y esto lo digo por experiencia, porque he estado más de veinte años en un tribunal eclesiástico», opina Bueno Monreal, alzando la voz para concluir: «La sociedad no gana nada en absoluto con el divorcio.»

La izquierda quiere monopolizar la enseñanza

Tampoco está contento con la actitud de la izquierda ante la enseñanza religiosa, y no lo oculta. Para este maño transformado en andaluz por un cuarto de siglo de vivencias, «es el problema que más nos preocupa, porque estamos viendo en sectores de la izquierda -sí, sí, en el PSOE y el PCE- una tendencia muy acusada que no responde al concepto de libertad que proclaman para todos. Ellos querrían monopolizar el Estado a cargo de la ideología del partido ».El peligro está, en su óptica, en que «estos partidos están muy adiestrados en la lucha política y pueden en un momento determinado engañar la buena fe de muchas personas y llegar a tener el poder. Entonces sí que temería yo seriamente que nos impidieran la enseñanza religiosa ».

¿Entonces piensa usted que los partidos de izquierda engañan a los ciudadanos?

No, no es engañar exactamente. Lo que quiero decir es que están tan adiestrados en exponer las cosas, que pueden sorprender la buena fe de muchos incautos, de la gente poco formada, como desgraciadamente es nuestro pueblo.

Bueno Monreal es un hombre nacido en 1904, que ingresa a los pocos años en el seminario, estudia con aplicación Teología, Filosofía, Escolástica y Derecho Canónico, y huye del Madrid republicano durante la guerra civil. Su valoración del régimen de Franco («el caudillo Franco»), es esencialmente positiva. «Nosotros sentimos el régimen como una verdadera liberación, no nos planteamos aceptarlo o no aceptarlo», dice, añadiendo que «ni lo hemos santificado ni lo hemos condenado: ese era el régimen que había y con él hemos vivido, sin que se pueda decir que estábamos identificados ni comprometidos con él ».

Agradecidos a Franco, pero no vinculados

Aún continúa: «Ciertamente, la actitud diferente de Franco con la Iglesia, construyendo templos y seminarios, nos presentaba a nosotros en cierto modo como vinculados al régimen, y, de hecho, estábamos agradecidos por su actitud, pero no vinculados. »Fue el Caudillo el que se lamentó ante Bueno Monreal por lo que él consideraba despegue de la jerarquía eclesiástica hacia su política. «Yo le dije: no señor, la Iglesia no se aparta de este régimen ni de ningún otro régimen que sea... justo o, por lo menos, llevadero. Nosotros nos limitamos a predicar el Evangelio en todos los regímenes que nos dejen vivir. »

Afirma el cardenal que tuvo de Francisco Franco el mejor concepto, elogiando su inteligencia, su lealtad a España, su entrega total. «Le debemos gratitud, aunque no podemos ocultar que le ocurrió lo que ocurre siempre en estos casos, que tomando las riendas de España no por ambición ni deseo de poder, sino con la idea de librar a España del comunismo, nunca consideró acabada esta empresa. Quería dejar, como se decía entonces, las cosas atadas y bien atadas. Y en este mundo nunca se puede dejar nada atado, ¿verdad?».

No por ello dejó José María Bueno Monreal de impedir que se procesara a sacerdotes por el Tribunal de Orden Público o de interceder contra determinadas sentencias de muerte. Así ocurrió con la de Julián Grimau, cuya conmutación pidió el entonces cardenal Montini, por gestión de Bueno y otros prelados españoles. Algunos parlamentarios y líderes sindicales de hoy aún recuerdan sus encierros en el palacio arzobispal de Sevilla, sus visitas para protestar por los malos tratos policíacos y tienen palabras de agradecimiento para el cardenal. No es cierto, en cambio, que éste solicitase el traslado del inspector Creix, tras denunciarle como torturador.

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