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La oposición marroquí y el rey Hassan disienten en la conducción de la guerra del Sahara

A los cuatro años de la marcha verde, el «matrimonio a la italiana» entre el rey Hassan II y las fuerzas de oposición marroquíes comienza a entrar en una auténtica «instancia de divorcio». La manera de conducir la confrontación, en lo civil y lo militar, y la creciente internacionalización del conflicto, son las razones inmediatas que parecen destinadas a llevar, a pesar de la gravedad de la situación, a un nuevo período de animosidad entre el palacio y la oposición marroquí.

Si de una manera general, socialistas y comunistas aceptan que Marruecos se aprovisione en armas donde quiera que éstas les sean ofrecidas, ambos partidos políticos han reaccionado violentamente a lo que les parece un intento del poder de presentar la guerra en el Sahara como resultado de la confrontación Este-Oeste y, en consecuencia, hacer creer al mundo occidental que defender a Marruecos le será provechoso a aquél en lo económico y lo estratégico.Los comunistas afirmaban ayer en su periódico Al Bayane, que la «guerra no se gana con doce helicópteros que vuelan a trescientos kilómetros/ hora, y seis aviones que, aunque disponen de equipo electrónico sofisticado, no pasan de los cuatrocientos kilómetros/ hora ». Como completando esa afirmación, los socialistas estimaban, según un editorial de su semanario Liberation, que lo que se necesita es «voluntad política firme ».

Esa voluntad política, de la cual se carece, según la USFP, hizo que el miércoles pasado los diputados socialistas se retiraran del Parlamento al no ser tomada en consideración una propuesta de su grupo, que exigía un debate profundo sobre la situación en el Sahara, la coyuntura económica, y la represión

La oposición se ha disociado totalmente de la presentación que hace el poder del conflicto. Los órganos de prensa oficiales han pretendido, en los últimos días, que se trata de un complot comunista, y el propio rey Hassan II le habría dicho a un oficial de la Marina norteamericana, que si el régimen de Marruecos cambiase, Estados Unidos tendría que varar su flota del Mediterráneo.

Sobre esta interpretación, comunistas y socialistas difieren radicalmente del poder. No sólo estiman que las armas norteamericanas -que por el momento no pasan de ser una promesa- no van a resolver el curso de la guerra sino que, añadía Liberation, Marruecos no puede permitirse el lujo de menospreciar a toda la opinión pública socialista.

El análisis de socialistas y comunistas es que a pesar de que la URSS apoya el derecho a la autodeterminación y ha recibido a una delegación militar argelina, Francia, España, e incluso Estados Unidos, también lo reconocen, y armas y equipo de estos dos primeros países también son utilizadas por el Polisario.

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Más aún, mientras la CEE no apoya a Marruecos, proseguía Liberation, ningún país socialista europeo ha reconocido al Polisario. Aunque Cuba, Vietnam, Madagascar y Mozambique sí lo reconocen, añade, también lo hacen Liberia, Panamá, México, Zambia, Kenia y Nigeria «que tienen estrechas relaciones con Estados Unidos».

Armas chinas

Esta ambigüedad que los partidos marroquíes argumentan para no aceptar el criterio de que se trata de un conflicto Este-Oeste, se ve, en cierta medida, confirmada por las actitudes de los países que suministran armas y apoyo político a los beligerantes. Mientras Corea del Norte, prochina, reconoce a la RASD, Marruecos ha recibido este fin de semana un cargamento de armas chinas. Si la URSS aprovisiona al Polisario a través de Argelia y Libia, Rumanía vende armas a Marruecos con el beneplácito de Moscú. Estados Unidos, a la par que promete equipar a Marruecos, envía a Argel nada menos que a su consejero para la seguridad nacional, Brzezinski.

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