Más de 15.000 personas asistieron entierro de las víctimas del pozo "María"
Entre 15.000 y 20.000 personas, según fuentes de las centrales sindicales, acudieron a las cinco de la tarde del viernes al entierro de los mineros fallecidos en el pozo María de Caboalles de Abajo, en una impresionante manifestación de duelo que se desarrolló sin incidentes. Las carreteras de acceso a la citada localidad aparecían ocupadas por numerosos vehículos y autocares procedentes de las cuencas mineras de Asturias y León, que llegaron a formar colas de hasta 3 kilómetros de longitud.
En el entierro de los cinco mineros vecinos de Caboalles estuvieron presentes también parlamentarios, representantes de varios ayuntamientos y de las centrales sindicales Comisiones Obreras y UGT, así como de la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada, a la que pertenece el pozo siniestrado. Los funerales del resto de las víctimas se celebraron durante los dos últimos días en sus localidades de origen, de Asturias y León.Las centrales sindicales siguen insistiendo en que los cadáveres de los mineros, que perecieron en la capa número trece del pozo María, presentaban claros signos de quemaduras, y algunos de ellos aparecían completamente carbonizados, lo que se considera como una prueba concluyente de que el accidente se debió a una explosión de grisú y no al derrumbamiento de la galería, supuestamente producido por la descompresión de una bolsa de gas.
Comisiones Obreras ha anunciado que en las próximas horas dará a conocer un comunicado en este sentido, en tanto que el secretario de prensa de UGT, Luis Santos García, manifestó ayer a EL PAIS que su central pedirá en la próxima reunión de la ejecutiva provincial del sector de minería una investigación a fondo sobre el suceso, para dilucidar el origen y las responsabilidades que pudieran derivarse del mismo. Ambas centrales coinciden en señalar que la chispa que pudo haber provocado la explosión debió de partir de una máquina utilizada en el arrastre de las vagonetas, que, sin embargo, no sufrió apenas daños (debido a un error de interpretación, señalábamos ayer que la citada máquina había quedado completamente destruida).
Industria y MSP coinciden
Esta versión de los hechos, que se apoya en el testimonio de vecinos de la localidad, testigos presenciales de la salida de los cadáveres y trabajadores que participaron en las tareas de rescate, contrasta radicalmente con la ofrecida por la empresa y los primeros informes de la Delegación de Industria, en el sentido de que no había habido explosión, sino la rotura de una bolsa de gas. Esta última versión fue también ofrecida ayer a la prensa por el ministro de Industria, Carlos Bustelo, tras la reunión del Consejo de Ministros. Sin embargo, el secretario de organización de la UGT de la minería, Pedro Fernández, manifestó ayer que, como miembro de los equipos de rescate que accedieron a la galería, era evidente que el accidente se había producido por explosión de grisú -que genera altísimas temperaturas-, iniciada por una chispa de la máquina antes citada.Por el contrario, una fuente oficiosa del equipo de técnicos que está llevando a cabo las investigaciones sobre el origen del accidente manifestó también ayer a EL PAIS que la posibilidad de una explosión quedaba completamente descartada, ya que en ese supuesto «no hubiera salido nadie vivo de toda la mina, a causa del monóxido de carbono que se habría generado». La misma fuente dijo no tener constancia de que hubiera cadáveres carbonizados, dado que todavía no se dispone del informe del forense, y anticipó que, en el caso de que algún cadáver presentara quemaduras, éstas pueden haber sido provocadas por la combustión del polvo de carbón, pero nunca del grisú. Se señaló también que habían sido recogidas alrededor de 160 toneladas de polvo de carbón, presuntamente arrastrado por el súbito desprendimiento de gas, sin especificar la naturaleza de este último.
Por último, se señaló que la citada capa no había dado nunca índices de grisú peligrosos durante las inspecciones llevadas a cabo por los técnicos de la Delegación de Industria, «que pueden llegar a ser semanales en las empresas más importantes del sector». En tales inspecciones no se habían detectado hasta ahora concentraciones de grisú superiores al 1 %, mientras que la actual normativa sobre policía minera permite porcentajes de hasta el 2,5% en los tramos donde trabajan los picadores.
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