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"La estrella en el pozo", de Avatti, premio Espiga de Oro en la Semana de Cine de Valladolid

Una película de Rhomer mereció la mención especial del jurado

La película La estrella en el pozo, del italiano Pupi Avatti, ha obtenido la Espiga de Oro de largometrajes de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. La Espiga de Oro de cortometrajes ha recaído, por su parte, en el filme titulado Cantos de niños muertos, del austríaco Titus Lever. Aunque no estaba previsto por el reglamento, el jurado popular ha creído conveniente conceder una mención especial por su calidad a la película Percebalelgalo, del francés Eric Rhomer.

La penúltimajornada de la XXIV edición de la Semana Internacional de Cine se esperaba con expectación. La proyección de El mal de Hamburgo, de Peter Fleishman; la presencia de Fernando Arrabal, actor en este filme, y el estreno de Fen, de Antonio Hernández, habían despertado un gran interés. En las proyecciones de las dos películas hubo llenos, y en la del español, división de opiniones.El premio a la mejor interpretación correspondió a la actriz Jirina Sejbalova por su interpretación en Sólo para una vieja dama, película yugoslava dirigida por Vaclav Matejka, mientras que como mejor intérprete masculino fue distinguido el actor ruso Sta nislav Gourthchenko, por su pa pel en el filme Cinco veladas, di rígido por Nikita Mihalkov. En la sesión de clausura se proyectó la película de Fellini Prueba de orquesta.

Fen narra la historia de dos ex alumnos de un colegio de religio sos que penetran en el centro y obligan a los curas que antes tuvieron como profesores y educadores a llevar el tipo de vida que antes imponían a sus alumnos. Los sacerdotes tendrán que estudiar y memorizar la guía telefónica de Madrid, comer por separado, no contestar nunca, aceptar las humillaciones y acusaciones. Al final, en uno de los momentos menos conseguidos del filme, los curas tienen que adorar en la capilla a una mujer desnuda. Uno de ellos se rebela y da lugar a un diálogo descarnado, en el que el sacerdote admite que se equivocaron.

Con Fernando Arrabal llegó la polémica. Traía la proyección de El mal de Hamburgo, que no estaba subtitulada y sólo existió traducción simultánea hasta la mitad del filme. El autor español mantuvo un coloquio con el público, que se prolongó hasta cerca de las tres de la madrugada. Arrabal arremetió contra «la sovietización de la cultura española», contra el PCE, «correa de transmisión del imperialismo soviético», contra Carrillo, Castro, Brejnev, Pinochet y demás verdugos, «porque los verdugos sufren más y necesitan mayor compasion que las víctimas ». Fernando Arrabal aseguró que sus maestros eran «Teresa de Avila, Juan de la Cruz, los profetas judíos y, sobre todo, Jesucristo », y se declaró «heredero e hijo de los místicos, lazarillos y conquistadores que siempre han existido entre el pueblo español, un pueblo que, pese a los tentáculos diabólicos del marxismo, sigue siendo libre, porque no vota ysiendo libre, porque no vota y además reza».

«A este pueblo», declaró Arrabal a EL PAIS en una entrevista concedida anteriormente, «hay que decirle que deje ya de hablar de héroes matarifes y recordarle que las palabras más bonitas que se han pronunciado son las de Cristo: Ama al prójimo como a ti mismo, por eso yo digo ahora: ¡Viva la misericordia! ».

Fernando Arrabal arremetió también contra la imagen que se ha creado de él. «Los que me difaman creen en la violencia, en la lucha de clases y buscan chivos expiatorios. Franco prohibió mi obra y me hizo un honor inmere cido, los marxistas también me quieren mal, porque digo la ver dad y prevengo a España del te rror totalitario soviético.

Las crítícas contra el marxis mo, el régimen soviético y los di rigentes del PCE fueron constan tes. «Sé que esto, si alguno de vosotros», manifestó en la entre vista, «sois marxista, no se va a publicar. Haríais bien, pero yo tengo que decirlo. Los intelec tuales españoles y España han dejado pasar tres grandes oportunidades: no invitar a quedarse, aquí a Solshenitsyn cuando vino a hablarnos del peligro comunista, hallarse al margen de la batalla moral en pro de los emigrados y víctimas de los regímenes de Cuba y Vietnam y, el más escandaloso de todos, guardar silencio ante el genocidio comunista en Camboya.

«Contra esto », añadió Arrabal, «yo ya he luchado y lo he dicho, pero, y he aquí otra prueba más de la sovietización de la cultura española, no se ha pasado el programa que grabé en RTVE para Encuentros con las letras. Y todo porque pedí que se establecieran relaciones con Israel.

En el coloquio, Arrabal tuvo que escuchar de todo. Desde «fluminado» a «forzanovista», pasando por «profeta de mierda», «clow», etcétera. El público también discutió entre sí. «No puede decir estas cosas», gritaron algunos. «¿No veis que esas reac~ ciones son las que busca con la provocación, dejarlo que siga diciendo tonterías», señalaron otros. El autor se mantuvo siempre en postura de «hombre libre » y siguió con las denuncias. «Tengo que decir también», agregó, «que el mayor poeta de lengua castellana, Armando Valladares, lleva veinte años preso en un campo de concentración de Cuba, donde no tiene ni los mínimos derechos que nosotros arrancamos a las cárceles franquistas, los de visita, correo y defensa. »

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