"El apartamento" de Billy Wilder
Después de una larga temporada en que el espacio Sesión de noche ha programado películas malas, Cuyo único interés parecía ser el estar rodadas en color, hoy emite El apartamento (1960), una gran comedia de Billy Wilder, con Jack Lemmon, Shirley Mac Laine y Fred Mac Murray, rodada en blanco y negro y cinemascope, formato que sería de desear que se respetase frente a las habituales manipulaciones, y 125 minutos de duración.Considerado internacionalmente como uno de los grandes autores de comedias, creador de obras maestras como Fedora (1978), Primera plana (1974), La vida privada de Sherlock Holmes (1970), Bésame, tonto (1964) y Con faldas y a lo loco (1959), Billy Wilder debe recorrer un largo camino hasta dedicarse de lleno a la comedia y llegar a alcanzar la completa maestría de su arte.
Hijo de un comerciante judío, Billy Wilder nace, en 1906, en Viena. Abandona sus estudios de Derecho por el periodismo. En 1929 tiene su primer contacto con el cine como guionista y dos años después consigue un contrato con UFA. El incendio del Reichstag le hace abandonar Berlín e instalarse en París. En 1934 llega a Hollywood, vía México, y, gracias a su matrimonio con la hija de un influyente abogado, consigue un puesto en el departamento de guiones de Paramount y la nacionalidad norteamericana.
Después de trabajar como guionista de Ernst Lubitsch y Howard Hawks, Wilder dirige su primera película en 1942. Por imposiciones de producción y censura, al principio de su carrera tiene que alternar las obras sin interés con aquellas otras importantes y personales. La fuerte carga crítica de Perdición (1944), un policiaco basado en un cuento de James M. Cain, sobre guión de Raymond Chandler, El crepúsculo de los dioses (1950), una caricatura del Hollywood de los grandes monstruos sagrados, y El gran carnaval (1951), un crudo retrato del canibalismo del público norteamericano, significan serios problemas que, a pesar de ser sus grandes obras de esta etapa, finalizan en el fracaso de la última.
Esto le obliga a replantearse su carrera y buscar una nueva dirección de desarrollo. El camino elegido es la comedia, porque las características de este género le permiten ir mucho más lejos en sus críticas y no herir la susceptibilidad de público y censura. Tras los ejercicios preparatorios que son Sabrina (1954), La tentación vive arriba (1955) y Ariane (1957), ahora siempre en unión de su guionista, l. A. L. Diamond, comienza la segunda y mejor parte de su obra en Con faldas y a lo loco (1959).
El éxito logrado por esta película le anima a hacer un viejo proyecto que en 1948 es prohibido por la censura. El apartamento cuenta la ascensión de C. C. Baxter, un soltero y tímido empleado de una compañía de seguros, por dejar a sus jefes su apartamento para sus aventuras eróticas. Aunque el sentimental final feliz, típica imposición de la censura de la época, trata de rebajar la graduación alcohólica del producto, la obra contiene una dura crítica social, que Wilder nunca habría podido exponer tan agriamente si no la hubiese contado en clave de comedia.
El pesimismo característico de la obra de Wilder queda perfectamente reflejado en la siguiente anécdota relacionada con El apartamento. Cuando la película se estrena en Berlín oriental, tiene un gran éxito y Wilder es invitado a un coloquio. Los berlineses le dicen que ha reflejado fielmente la decadencia de Occidente. Wilder contesta que lo que allí se ve podía haber ocurrido en Roma, París o Londres, pero nunca en Moscú. Aquí le interrumpen con grandes aplausos. Y luego finaliza: «Esto no podía haber ocurrido en Moscú, porque en cada apartamento viven diez familias.»
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