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Gengis Kan "cabalga de nuevo"' en China

La rehabilitación de Gengis-Kan, acusado a lo largo de la historia de haber saqueado sin piedad, en 1215, la ciudad de Pekín, es un reflejo de la actitud que las autoridades chinas mantienen hoy acerca de las diversas minorías étnicas de la república.El gran jefe mongol fue una de las figuras más controvertidas de la historia: algunos le califican de monstruo sediento de poder, otros de héroe popular, otros de sanguinario jefe de bandidos, pero lo cierto es que su figura marca, como si se tratara de un barómetro, las presiones políticas chinas sobre sus múltiples nacionalidades.

En la actualidad, China tiene más de cincuenta nacionalidades distintas. El Gobierno, los intelectuales y el pueblo destacan la importancia de esta multiplicidad étnica. Muchas de estas etnias viven en zonas fronterizas estratégicas próximas a vecinos no siempre respetuosos o pacíficos. En el caso de Mongolia, China quiere que la Unión Soviética retire las tropas que mantiene en la frontera con esa región.

Los chinos alientan ahora las autonomías regionales, protegiendo a sus minorías para el desarrollo de sus idiomas y dialectos, literatura, religiones y cultura. Pekín muestra mucho interés en formar a los líderes de estas etnias.

En esta oleada de concienciación étnica, la imagen histórica de Gengis-Kan no sólo está siendo rehabilitada, sino también encumbrada hasta una altura admirable.

En este sentido, es significativa esta reciente declaración oficial: «Gengis-Kan debe ser considerado como un héroe nacional del pueblo de Mongolia, por los esfuerzos que realizó para unir varias tribus en una sola nación.»

Desde el punto de vista político, esa consideración está justificada por Qui Shusen, historiador chino que escribió en el Diario del Pueblo: «El pueblo mongol puede ser considerado como una minoría nacional en China, y Gengis-Kan un líder de esa minoría.»

En 1206, recuerda Qui, Gengis-Kan unificó más de un centenar de tribus mongoles, las liberó del yugo que les imponían sus vecinos y estableció su propio imperio. A su muerte, en 1227, la mayor parte del norte de China obedecía a la ley mongol.

Esta imagen de Gengis-Kan era imposible de sostener durante los años del Gran Salto, a partir de 1956, cuando la diversidad étnica se consideró contraria a la modernización y pureza ideológica que quería Mao Zedong. En aquellos años, Gengis era un monstruo de opresión y un peso retrógrado para la sociedad. En la década de los sesenta, esa tendencia se revisó y el gran jefe mongol volvió a ser considerado como un héroe popular. Durante la revolución cultural, Gengis-Kan fue vilipendiado de nuevo. En ese tiempo, el presidente Mao parece que dijo que «la lucha de clases debe llevarse hasta sus últimas consecuencias para eliminar los problemas de las minorías». Hoy, Mao ya no es el héroe que fue, la revolución cultural duerme en las cárceles en las que la banda de los cuatro espera juicio, y Gengis-Kan, triunfante y recuperado, cabalga de nuevo por Mongolia y por toda China.

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