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El capitán general de Canarias, llamado a Madrid

La hipersensibilidad que la clase política suele mostrar ante situaciones tensas en el seno de las Fuerzas Armadas bloqueó ayer los teléfonos de las «fuentes militares bien informadas». En una jornada en la que todos los contactos posibles mostraban seria preocupación y un evidente desasosiego, sólo cuatro datos objetivos pueden trasladarse con rigor: la entereza ejemplar de los familiares de la víctima; la declaración del ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún; la llamada que cursó al capitán general de Canarias, con quien despachó ayer tarde en Madrid, y, por último, la afirmación oficial de que «no se ha considerado por ahora» una posible suspensión del viaje americano del presidente Suárez.

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El despacho del ministro de Defensa con el teniente general González del Hierro se filtró discretamente a las agencias informativas, a primeras horas de la noche. El encuentro entre las dos personalidades -pese al silencio oficial- no puede atribuirse razonablemente a una llamada para un despacho más o menos rutinario. Hay que recordar que entre el miércoles y el sábado, mientras el jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general José Gabeiras, en su recorrido por las islas con motivo del 59 aniversario de la fundación de la Legión, insistía en declaraciones tranquilizadoras y transmitía a la oficialidad impresiones muy positivas respecto de la labor del Gobierno hacia el Ejército, el capitán general de la zona insistía también en formulaciones abiertamente críticas.

Repulsa de González del Hierro

El mismo miércoles, inmediatamente antes de que Gabeiras asegurase que «pocas veces he visto defender nuestros intereses con tanta preocupación y vehemen cia», refiriéndose a «las autoridades más representativas de la Administración central», González del Hierro expresaba su sentimiento por el asesinato de los dos jefes en Bilbao, porque parece «que se nos va muriendo España», y su repulsa «porque no se ve acción eficaz de autoridad que invierta de modo total el curso de los acontecimientos».

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No, es posible establecer qué relación pueda haber entre la llamada a despacho al teniente general González del Hierro y su crítica frontal a la autoridad del Gobierno. Sólo se sabe que el señor Rodríguez Sahagún acudió más tarde al despacho presidencial.

Las declaraciones en Abc el domingo del teniente general Milans del Bosch (véase Revista de Prensa), personalidad especialmente controvertida, vino a sostener la atención de los medios políticos hacia el mundo militar en el fin de semana, hasta que la noticia del asesinato del general González Vallés disparó la crispación. Algún alto dirigente de AP trataba de confirmar noticias «muy alarmantes», que le llegaban de San Sebastián y que pronto fueron desmentidas. Durante bastantes minutos -al filo de las dos de la tarde-, las líneas telefónicas de la capital guipuzcoana se vieron bloqueadas por sobrecarga de llamadas.

Esa misma tarde, el presidente Suárez convocaba a los más altos responsables de las Fuerzas Armadas y de la seguridad. Tras ocho horas de reunión, silencio riguroso sobre lo tratado. Algunas informaciones que apuntan a cierta tensión durante el encuentro han sido calificadas desde fuentes rigurosas como «pura literatura».

Suárez viaja mañana

A 36 horas vista del asesinato, el viaje del presidente a cuatro países americanos: «No se ha considerado la posibilidad de suspenderlo», afirmaron ayer tarde fuentes oficiales de presidencia, «pero no es posible descartar la suspensión; todo depende de cómo se produzcan los acontecimientos. » La situación se aseguraba que era de total normalidad y que, de no surgir un grave contratiempo, el avión presidencial despegará mañana rumbo a Costa Rica. Tampoco hay que olvidar que al frente del Gobierno queda el vicepresidente primero, elteniente general Gutiérrez Mellado, especialmente apto para dirigir la estrategia política ante avatares castrenses. Ningún observador olvida el silencio absoluto de Gutiérrez Mellado y el protagonismo público que el ministro de Defensa ha asumido en la última semana.

En medio de la indignación y del desasosiego, una pregunta se ha repetido insistentemente en las últimas horas: ¿es cierto que el general asesinado paseaba sin protección por el centro de San Sebastián? La respuesta oficial, desde el Ministerio del Interior, afirma que el gobernador civil de Guipúzcoa le ofreció tal protección y que el general la rehusó. Enrique Múgica, diputado del PSOE por aquella provincia y con frecuente circulación entre el mundo militar ha ofrecido otra explicación: «Su mayor entretenimiento era pasear con su esposa por el paseo de La Concha, por considerar que nadie podía atentar contra un hombre bueno e íntegro como era el general asesinado. » El señor Múgica ha dicho algo más: ha pedido que las fuerzas políticas y sociales que crean en la democracia y en la autonomía desenmascaren «a los terroristas, sus cómplices y sus apoyos».

Quizá ayer mismo se recordase a los oficiales yjefes las recomendaciones del mando sobre medidas de protección que deben adoptar. Es posible que el Ministerio del Interior repasase la lista de militares a los que «se ofrece protección, por entender que por su cargo o por su situación la necesitan»

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