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Posible incorporación de los socialistas al Gobierno de Rabat

Una vez más se habla en Rabat de cambio de Gobierno. Como los nuevos Gobiernos son siempre cosa vieja en Marruecos, ocuparse de este rumor ahora no estaría justificado, de no ser porque se sugiere nada menos que la posibilidad de una participación socialista.

Varias veces después de la marcha verde se ha hablado de una probable atribución de carteras a la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP). Todos los pronósticos anteriores fallaron y no existe ninguna razón subjetiva para que no fallen ahora. Hoy, como ayer, parecen remotas las perspectivas de que se resuelva favorablemente a los partidos políticos la contradicción que subsiste desde la independencia entre una monarquía constitucional, que «reviste características de absoluta y el deseo de los partidos de limitar sus amplísimas prerrogativas.Sin embargo, algunos ministros se comportan como si esperasen al motorista y numerosos directores y jefes de negociado esperan movimientos importantes. Más aún: el ciudadano medio parece estar convencido de que las cosas han de cambiar radicalmente. Para estos últimos, el presente está contenido en una ecuación muy sencilla: los problemas económicos y sociales son insuperables y la situación en el Sahara empeora cada día.

En un principio se hablaba de que la novedad más sobresaliente del nuevo Gobierno sería la creación de un Ministerio de Defensa, que sería encomendado al coronel mayor Lubaris o al general Driss Ben Aornar. Se decía que cambiarían también algunos ministerios técnicos. Hoy se considera con bastante unanimidad que cambios de este tipo no tienen sentido. Sólo la gestión de algunos sectores políticos y económicos por la USFP podría suponer un impacto capaz de devolver la confianza.

Resulta muy significativo que la prensa más próxima al palacio real haya reproducido ahora el discurso pronunciado el pasado 29 de agosto ante el Parlamento por Mohamed Yazghi, uno de los hombres importantes del socialismo marroquí. En su alocución, Yazghi presentó una auténtica alternativa, tanto de política exterior como interior, para lo que calificó de «situación de guerra que exige una economía de guerra».

Una de las razones que abonan la especulación sobre el cambio es el agotamiento de la capacidad de maniobra del «poder», expresión con la que eufemísticamente se designa al rey Hassan Il con respecto al conflicto del Sahara. El rey ha hecho todo lo que podía y más, sin resultado, para lograr un encuentro con el presidente argelino, Chadli Benjedid.

Del otro lado, la insolidaridad, ya abiertamente denunciada, de la «clase pudiente» hacia el esfuerzo general en el Sahara podría encontrar escarmiento con un ejecutivo parcialmente socialista. En cualquier caso, la USFP estaría actualmente dispuesta, dadas las circunstancias por las que atraviesa la nación, a poner una sordina a buena parte de sus exigencias a cambio de la instauración de un «impuesto de solidaridad» que, de una manera compulsiva, forzaría la contribución de los ricos.

Naturalmente en estos pronósticos no se cuenta con la reacción de los demás partidos, ni con la decisiva del estamento militar, que lógicamente en un país que se encuentra en guerra puede jugar un papel fundamental.

Alternativa de poder

Desde su último congreso de diciembre de 1978, la USFP se ha convertido en una verdadera altemativa de poder. La Confederación Democrática del Trabajo (CDT), como ala obrera del partido, creada en noviembre del mismo año, constituyó un auténtico éxito sindical. En ese breve plazo le ha restado a la UMT, burocratizada y acusada de connivencia con el poder, más de 150.000 afiliados del cerca de medio millón de trabajadores sindicados.El reciente Congreso de la Unión de Estudiantes (UNEM), una organización que en sus veintitrés años de existencia tuvo una participación destacada en el movimiento de liberación nacional, demostró la implantación socialista en las universidades y colegios.

Nueve de los trece cargos del comité ejecutivo recién elegido de la UNEM y veintinueve de los 41 de la comisión administrativa recayeron sobre estudiantes de filiación socialista. Con más de 10.000 militantes declarados, los socialistas disponen hoy de suficientes cuadros, ya insertos en el aparato administrativo del Estado, como para poder entrar en el Gobierno. A diferencia del PSOE español, por ejemplo, los socialistas marroquíes ya tuvieron una experiencia de gobierno hasta que fueron destituidos, en 1961.

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