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Reportaje:

Subastadas las joyas del que fue el hombre más rico del mundo

Las joyas, entre las que se encuentran un juego de veintidós esmeraldas con un peso de 414 carates, y una caja, también incrustada de esmeraldas, que perteneció al zar Nicolás II de Rusia, fueron subastadas bajo los auspicios del Tribunal Supremo de India con la finalidad de allegar fondos para mantener a los cientos de parientes y herederos del último nizam de Hyderabad.El que fuera conocido como el hombre más rico del mundo murió arruinado en 1966, como consecuencia de los impuestos con que el nuevo Estado hindú gravó sus propiedades a raíz de la independencia.

Aunque a la hora de enviar esta información no se conoce todavía la cantidad conseguida en la subasta, parece que los herederos del nizam esperan conseguir una cantidad cercana a los treinta millones de libras esterlinas (unos 4.500 millones de pesetas).

Sólo dos personas pudieron permitirse el lujo de pagar la exorbitante fianza de once millones de libras señalada por las autoridades hindúes para poder concurrir a la subasta: el magnate de la industria naviera Stavros Niarchos y el industrial del emirato de Dubai Abdul Wahal al Adhari, de quien se dice que actúa en nombre de uno de los jeques petrolíferos del golfo.

De la calidad de las joyas puede dar una idea el juicio de un experto de la famosa casa Rosenthal, de París: «He visto piedras preciosas durante los últimos cincuenta años, pero nunca he visto esmeraldas de tal calidad. Simplemente, no parecen de este mundo», declaró el experto.

La fortuna del nizam era incalculable. Se decía que los subterráneos de sus palacios eran como las cuevas de Aladino, llenos de cofres con joyas y lingotes de oro. El valor de sus joyas, entre las que se encontraba un diamante de 180 carates del tamaño de una castaña, se estimaba en cuatrocientos millones de libras.

Nacido en 18 86, el nizam sucedió a su padre en el título. Una de sus extravagancias favoritas era la compra de coches Rolls-Royce, que pedía por docenas, hasta reunir una flota de más de cien unidades, todas ellas con la matrícula Kothi 123, el nombre de su palacio favorito.

Con una fama de mujeriego incurable, el nizam mantenía, de acuerdo con la ley musulmana, cuatro mujeres y un extenso harén. Cuando murió, a los ochenta años, el número de hijos reconocidos ascendía a treinta.

La partición de India, en 1947, significó el comienzo del fin del poderío del nizam, que no pudo hacer frente a los impuestos del nuevo Estado hindú y murió arruinado, en 1966.

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