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Zaccagnini y Berlinguer reafirman la cooperación entre sus partidos

Juan Arias

Los secretarios de los dos mayores partidos italianos, Benigno Zaccagnini, de la Democracia Cristiana, y Enrico Berlinguer, del Partido Comunista (juntos recogen el 70% de los votos), pronunciaron el domingo sendos discursos que eran muy esperados. Berlinger habló en Milán, corazón del centro industrial del país, en la fiesta tradicional de «L'Unita»; Zaccagninl , en Módena, la ciudad más comunista de Italia, en la fiesta de «L'Amicizia». Para escuchar a los dos líderes, llegaron a Milán y Módena más de 100.000 militantes de toda Italia.Ambos dirigentes quisieron dar al país una manifestación de la fuerza popular y juvenil de sus respectivos partidos. Se mandaron mensajes en clave que descifrados significaban: somos las dos mayores fuerzas con base popular del país; a pesar de las críticas que nos hacemos, estamos convencidos de que sin nosotros este país no sale del túnel de sus graves crisis económica y de orden público.

«La Democracia Cristiana no se convertirá en el partido conservador de la Italia industrial..., ha perdido votos en los salones burgueses, pero los ha ganado en las fábricas, en el campo y entre los jóvenes», dijo Zaccagnini, y añadió que él deja la secretaría del partido pero que «no abandona el campo», y que seguirá luchando para que no muera la «política de Moro». Y pronunció una frase que ha sido muy comentada: «La Democracia Cristiana tiene ya preparados los hombres nuevos para su futuro. »

Y a pesar de haber reconocido el «papel indispensable de los socialistas» en este momento histórico de tránsito, dejó entender bien claramente que la Democracia Cristiana nueva desea colaborar lealmente con el Partido Comunista.

Zaccagnini se encuentra, sobre todo, de acuerdo con Berlinguer en su línea de «austeridad» económica, de lucha contra el terrorismo y (le construcción de un movimiento popular que englobe todas las fuerzas trabajadoras del país. Por lo que se refiere al diálogo con los demás partidos, dijo Zaccagnini, aludiendo sobre todo al Partido Comunista: «Nosotros no albergamos prejuicios de ningún tipo: todo está abierto.» Y desde Milán, Berlinguer respondía a Zaccagnini diciendo que el Partido Comunista se había propuesto aislar no a la Democracia Cristiana, sino a sus fuerzas más reaccionarias, al mismo tiempo que estimular a las más progresistas.

Era como decir que estaba dispuesto a apoyar la Democracia Cristiana «representada por el grupo Zaccagnini». Pero Berlinguer volvió a remachar que la verdadera futura colaboración supone la entrada del Partido Comunista en el Gobierno.

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