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El "auténtico hombre fuerte" del régimen

Hafizullali Amin, 51 años, nuevo presidente de Afganistán, era el auténtico «hombre fuerte» del régimen instaurado por la revolución de abril de 1978. ¿Comunista radical?, ¿prosoviético? El sucesor de Taraki, según los observadores, es una personalidad ambiciosa y suficiente. En ciertos medios se afirma, incluso, que no vacila en utilizar métodos brutales para apartar del camino a sus rivales.El presidente depuesto, Taraki, había intentado en varias ocasiones reducir la influencia de Amin, que al día siguiente de la revolución de abril fue nombrado viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores. El entonces jefe del Estado mantuvo en sus manos las riendas de la dirección del Estado y del partido en el poder, el Jal (el Pueblo), una de las ramas del movimiento comunista.

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Hafizullah Amin asume el control total del poder en Afganistán

En marzo de 1979, Amin fue nombrado primer ministro, cargo que hasta ese momento detentaba el presidente Taraki. Esta reorganización consagró, desde entonces, la influencia creciente del « número dos» del régimen. Pero el pasado mes de julio, Amin fue privado del cargo de ministro de Asuntos Exteriores, que fue a recaer en una personalidad próxima a él, Shah Wali.

El presidente Taraki intentó, igualmente, limitar las prerrogativas del jefe del Gobierno y asumió la responsabilidad de todas las cuestiones relativas a la defensa nacional y a la lucha contra la rebelión musulmana.

"Lucha de influencias"

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Estos conflictos de atribuciones ponían ya de relieve la lucha de influencias y la prueba de fuerza entre los dos hombres. Medios diplomáticos mantenían desde meses atrás que Amin esperaba el momento oportuno, o una señal de Moscú (a menos que lo que haya pretendido ahora sea situar a los dirigentes soviéticos ante un hecho consumado) para hacerse con el poder total.

En cualquier caso, los soviéticos podrían temer el no disponer en Amin de un interlocutor tan flexible como Taraki, hombre apacible y de convicciones socialistas quizá más sólidas que las de su sucesor.

Si el nuevo jefe de Estado afgano militó en las filas del partido Jal, en el que desempeñó la función de enlace con las fuerzas armadas, ha demostrado, sobre todo después de la revolución de abril, capacidad suficiente para superar las crisis que han sucedido al régimen, lo cual le ha permitido colocarse ahora por encima de todos sus adversarios.

Como Taraki, Amin pertenece a la pequeña burguesía urbana. Antiguo maestro de escuela, amplió sus estudios en Estados Unidos e incluso escribió una memoria sobre la educación en este país. Durante su estancia, estableció relaciones amistosas con algunos intelectuales norteamericanos. Sin embargo, esta formación norteamericana no se ha notado durante su permanencia en el poder. Al contrario, en sus declaraciones públicas ha reiterado testimonios de amistad hacia la Unión Soviética.

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