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El caso

no está cerrado, ni siquiera se conocen sus pormenores. Lo que se sabe es que el coadjutor de la parroquia de Barco de Avila ha sido trasladado, de modo forzoso, por el obispo de Avila, Felipe Fernández García. Los vecinos del mencionado pueblo han reaccionado indignados y han protagonizado algunas manifestaciones pidiendo que el coadjutor, Juan Manuel Aranda, «se quede». Ante tales muestras de solidaridad, Juan Manuel Aranda dejó el pueblo por unos días, pero su madre ha recibido los aplausos de los vecinos. De manera enigmática, el prelado ha respondido a esta campaña diciendo que el traslado se efectuó para bien de la Iglesia en Barco de Avila. La decisión, dice el prelado, no ha sido tomada de improviso y sin sopesar todas las consecuencias. Los vecinos insisten y dicen en sus pancartas que «no permitiremos que don Juan Manuel sea "despedido". Lucharemos».

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