Rigor histórico
En varios números de EL PAÍS se menciona al historiador Ricardo de la Cierva por diferentes motivos.Un amigo mío, japonés tenía que ser, acaba de leer el libro titulado Las reinas de España, escrito por Femando González-Doria (Editorial Alce, segunda edición), y me comenta, asustado, sobre los errores de gran tamaño en que dicha obra incurre al narrar sucesos muy importantes en el cambio político de nuestra historia, contrastando además con los elogios desmedidos que dedica al autor don Ricardo.
Página 44: «Isabel I, al morir fray Hernando de Talavera, preguntó al cardenal don Pedro González dé Mendoza a quién aconsejaba tomar como nuevo confesor. » Y resulta que Hernando de Talavera murió en 1507, y don Pedro González lo había hecho ya en 1494, y la muerte de la reina, como todo el mundo sabe, data de 1504; así que debieron entrevistarse en el paraíso, como mínimo.
Página 55: «En 1495 se concertó la boda de la mayor, doña Isabel, con el rey don Juan II de Portugal, de quien a poco quedó viuda.,» Pues bien, no casó con él, sino con su primogénito el príncipe Alfonso y posteriormente con Manuel I, cuñado de aquél y tío del segundo. Las citas pueden seguir.
El señor De la Cierva dice en la cubierta del mencionado libro, refiriéndose a don Fernando González-Doria: «Jamás adelanta una tesis sin un documento; nunca hace una insinuación sin una prueba. Tiene todas las cualidades de un buen historiador. »
¿Qué significa esto? ¿Se ayuda? -me dice mi extrañado amigo.
Y yo no puedo más que responderle: «No sé; pero si eso que me dices es cierto y les falta todo ese rigor de que hacen gala sería mejor que hicieran el favor de no escribir nunca nada en ningún libro de historia.»
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