La URSS intensifica relaciones con sus aliados africanos
Moscú multiplica estos días sus contactos en dirección a dos de las zonas de crisis más destacadas del escenario internacional: Africa negra y el sureste asiático. En la capital soviética han comenzado conversaciones entre el presidente de Angola, Agostinho Neto, llegado el jueves, y los dirigentes soviéticos. Se ha anunciado la próxima visita del jefe del Gobierno de la URSS, Alexei Kossiguin, a Etiopía. Se anuncia también para la segunda mitad de septiembre la del primer ministro de Malasia, Datuk Hussein Bin Onn. Y acaba de llegar de La Habana, en ruta hacia la capital etíope de Addis Abbeba, el ministro de Asuntos Exteriores del discutido régimen kampucheano (ex Camboya) en el poder, Hun Sen.La visita de Agostinho Neto, calificada de «no oficial y amistosa», ofrece especial relieve por realizarse en vísperas de la conferencia constitucional sobre Zimbabwe-Rodesia. Angola, como Mozambique y Zambia, forma parte de los llamados «Estados del frente» contra el régimen de Salisbury.
La presencia de tropas cubanas y asesores soviéticos en Etiopía, que han contribuido no poco a mantener el régimen de Menghistu Haile Mariam, proporciona una dimensión de especial interés a la primera visita de un alto dirigente soviético al país desde la guerra de Ogaden.
Si bien el pretexto es el quinto aniversario de la revolución que derrocó al negus Haile Selassie, bastan datos como la persistencia de la rebelión separatista eritrea y el saber que la guerra de Ogaden representó unos mil millones, de dólares de suministros bélicos soviéticos a Menghistu- Haile Mariam para comprender que hay materia de conversaciones.
Pasando del Africa negra al sureste asiático, la actual escala en Moscú del ministro del régimen de Kampuchea, que con ayuda vietnamita derrocó al de Pol-Pot y a Ieng-Sarim apoyado por China, tiene también su interés, pues Moscú recibe a un ministro de Asuntos Exteriores de Phnom Penh, Hun Sen, que acaba de obtener, gracias al masivo apoyo de los países socialistas, y en concreto a que Fidel Castro «echó toda la carne en el asador», su primer triunfo diplomático en el camino de lograr el reconocimiento de su régimen o, por lo menos, eliminar el del régimen anterior, hasta ahora sólidamente implantado en las Naciones Unidas, y el movimiento no alineado.
Sobre este fondo adquiere todo su relieve la anunciada visita del primer ministro de Malasia, Datuk Hussein Bin Onn, que representa a uno de los cinco países de la Asean (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), formada además por Tailandia, Indonesia, Singapur y Filipinas, que dentro de la actitud de condena de la asociación de la intervención vietnamita más ha hecho hincapié en su denuncia. Malasia ha expresado incluso temores de que si el nuevo régimen de Phnom Penh y sus protectores vietnamitas desencadenasen una gran ofensiva para acabar con las guerrillas fieles a Pol-Pot tras la estación de las lluvias.
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