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El gobierno Barre improvisa un plan para reactivar la economía francesa

Asaltado por todas partes (oposición, sindicatos, gaullistas, la gran mayoría de los expertos económicos), el Gobierno francés se ha visto obligado a adelantar el anuncio de las medidas de sostén a la economía que había previsto el primer ministro, Raymond Barre. Los responsables oficiales también se han visto forzados por la brutal subida de los precios, durante el último julio, del 1,3%, a acelerar sus medidas.

Para compensar en parte los efectos deflacionistas sobre la economía de las últimas subidas del petróleo, el Gobierno ha elaborado un plan de sostén que, en principio, debía conocerse en septiembre, pero que ha decidido dar a conocer este mismo miércoles, al final del Consejo de Ministros, para paliar, ante la opinión pública, los torrentes de críticas procedentes de todos los horizontes que se han sucedido los últimos días con motivo del tercer cumpleaños del Plan Barre.Por añadidura, ayer se conoció la fuerte subida de los precios en julio pagado, del 1,3%, lo que representa un ritmo anual del 14% de inflación.

El plan de sostén se divide en dos partes y está destinado a remediar parcialmente, con varias medidas sociales, la suerte de los más desfavorecidos y, por otra parte, a inyectar la construcción y las obras públicas.

1. Medidas de carácter social: el Gobierno destina 2.000 millones de francos (32.000 millones de pesetas) para ofrecer sueldos excepcionales a los ancianos y, en segundo lugar, una prima excepcional también a las familias, que consiste en lo siguiente: alrededor de cinco millones de familias recibirán doscientos francos (3.200 pesetas) por cada niño escolarizado, lo que se añade a los 190 francos que, al principio del curso, recibe habitualmente cada escolar.

2. La construcción y las obras públicas: estos dos sectores serán los beneficiarios del «empujón» de 2.500 millones de francos (38.000 millones de pesetas) queles ofrece el Estado en concepto de créditos. Con ello, los responsables oficiales esperan que la actividad económica garantizaría un crecimiento del 2,5% en 1980 y que el aumento del paro algo frenaría.

Nada deja prever que estas iniciativas de lucha contra la depresión económica amainen la tormenta que se ha desencadenado contra la política económica del primer ministro. La última embestida en regla se produjo ayer mismo. El líder gaullista, Michel Debré, ligado íntimamente a Jacques Chirac, presidente de la Agrupación por la República (RPR), el partido más numeroso de la mayoría gubernamental, hizo un llamamiento a la opinión pública contra el Gobierno, alertando, en términos catastrofistas, sobre «el peligro que corre la patria», sobre la «guerra económica mundial que estamos viviendo» e, indirectamente, invitando a sus colegas del gaullismo a hacer lo que él: pasarse prácticamente a la oposición. En efecto, el señor Debré anunció que no votaría el presupuesto del año que viene, presentó un plan económico antigubernamental, fundado en el dirigismo y, aunque advirtió que su gesto era solitario, dentro de unos días explicará este plan anti-Barre a las instancias dirigentes de su movimiento.

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