Cuando llegue septiembre
«( ... ) El país entero se dispone a salir de su largo sueño de una noche de verano que duró treinta días, y quizá nadie haya tenido tiempo de pensar, entre la obsesión de la huida y el inexorable primer día en que todos volvemos a ser una rueda más del engranaje, qué es lo que puede pasar a partir de septiembre. Tal vez, acostumbrados todos a que papá Estado lo resuelva todo, a que nunca pasa nada y a que algún acontecimiento salvador vendrá a visitamos, sin que sea necesario poner nada de nuestra parte, llegará septiembre y no habremos tomado conciencia de la situación real, porque hasta ahora la crisis, como la lotería, eran "eso que siempre les toca a otros".Nuevos tiempos, sin embargo, se avecinan, y vamos a tardar poco en comprobarlo. Ojalá no nos limitemos, siguiendo la vieja costumbre y los malos ejemplos, a echar la culpa a Jomeini, a los empresarios, a los trabajadores, al Gobierno, a los sindicatos o a los partidos políticos que no votamos. Si el país entero, como en un nuevo Fuenteovejuna, no es capaz de aceptar su parte de responsabilidad, su porción de sacrificio y su grano de arena para tapar el hoyo en que nos encontramos, dificil va a ser no sólo que la economía logre recuperarse y las relaciones laborales discurran por cauces más apacibles, sino, lo que es peor, que los españoles logremos consolidar la democracia y disfrutar de nuestros recién ganados derechos. Vamos a ver si somos capaces, cuando llegue septiembre, de vivir simplemente sin la sombra de una crisis política destructora o el deterioro, que ya sería irreversible, de una economía que, al final, es el soporte inevitable de todas las libertades.»
, 23 de agosto.
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