El hijo de Alcalá Zamora denuncia trabas en el entierro de su padre
El hijo del primer presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, ha mostrado en unas declaraciones realizadas a Efe, su estupor porque el secretario de Estado para la Información, Josep Meliá, sostenga que el Gobierno no puso trabas al entierro de su padre, realizado la pasada semana en Madrid. El señor Alcalá Zamora, hijo, relata en sus declaraciones una serie de dificultades que han tenido que ser salvadas hasta enterrar a su padre en Madrid.En 1977, al cumplirse el centenario del nacimiento del primer presidente de la República, se hizo un primer intento de traer sus restos a España. Rodolfo Martín Villa, entonces ministro del Interior, dio una respuesta negativa, so pretexto de que habría habido que rendir honores oficiales, posibilidad que la familia hubiera rechazado de antemano, por razones de republicanismo.
Al celebrarse en su localidad natal de Priego (Córdoba) los actos del centenario, el Gobierno, a través del gobernador civil, opuso toda serie de dificultades, siempre según las declaraciones del señor Alcalá Zamora; quiso obstaculizar el acuerdo del Ayuntamiento, aún no democrático, de restablecer en su casa natal la lápida que los falangistas destruyeron en 1936. A tal fin, la autoridad pretendió que la misma «apareciese recubierta por unos determinados colores, absolutamente inadecuados».
También se pretendió que los hijos del ex presidente no hablaran en la ceremonia, sin conseguirlo, y amenazó con disolver a los congregados en cuanto se produjese el menor incidente. El gobernador vetó asimismo el acuerdo municipal de que la calle principal de Priego recuperara el nombre del primer presidente de la República, que había tenido desde 1910.
Finalmente, este año se hizo una nueva gestión, y «obtenida la autorización indispensable», afirma el señor Alcalá Zamora, «sólo asistimos al entierro quince personas de la familia más íntima. Produce por ello estupor que el señor Meliá sostenga que el Gobierno no puso trabas al sepelio».
«Por supuesto, jamás intentamos convertir un acto para nosotros tan emotivo en una manifestación multitudinaria a que.el señor Meliá se refiere; pero sí habríamos deseado, y no fue posible, que sí hubiesen concurrido otros familiares, amigos lealísimos, colaboradores suyos de cuando fue presidente, o paisanos de Priego. Entre quince personas y una multitud no se habrían hundido las esferas si se hubiese consentido la presencia, por ejemplo, de un centenar.»
Finalmente, afirma el señor Alcalá Zamora que es absolutamente inexacto que la familia recabase la cooperación del Ministerio del Interior, «a menos que el secretario de Información atribuya a ese vocablo un sentido para su uso particular y con metas de propaganda partidista, o que entienda que la misma consistió en la anomalía de que en el cementerio de la Almudena no pudiésemos disponer, pese a haberse solicitado con antelación suficiente, de los servicios de un sacerdote para que rezase un responso».
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