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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Gobierno la ETA y los demás

LA RUEDA de prensa de ETA político-militar y el mentís categórico del Gobierno a las negociaciones que los etarras afirman haber tenido con él suscitan nuevos puntos de interés sobre el tratamiento que el asunto vasco ha merecido por el ejecutivo y la realidad interna del bandidaje político etarra.En primer lugar cabe decir que el mentís oficial no basta para disipar las dudas de cuáles han sido en realidad los contactos, directos o indirectos, entre los etarras y representantes del poder central. El Gobierno ha dicho que sólo habló con Garaikoetxea de los temas que ETA ha señalado en su comunicado, pero no sabemos si el presidente del Consejo General Vasco fue en realidad un hombre puente entre unos y otros, si se dieron recados de los terroristas al poder y del poder a los terroristas, a través de gentes del CGV o de la propia UCD vasca, o de Euskadiko Ezkerra, y en definitiva cuál era la información real del ejecutivo sobre las posiciones de ETA político-militar y cuál el conocimiento por parte de ésta de las intenciones u ofertas del Gobierno. Queremos decir que el Gobierno debería señalar si habló con el presidente del CGV de la conveniencia de buscar una tregua con la organización terrorista, y debería explicar cómo y por qué se produjo el traslado, con ida y vuelta, de los presos de Basauri a Soria, y cuál es la posición concreta del Ministerio de Justicia respecto al futuro de los restantes etarras encarcelados en la prisión castellana. No nos parece nada vergonzante que el ejecutivo trate de arreglar, porcuantos medios tenga a su alcance, la eliminación de la violencia en este país. La negociación no obvia, sin embargo, la necesidad de la dureza en la acción policial, ni tampoco debe evitar el tener presente las características reales y el contenido concreto del ideario de ETA. A veces es preciso hablar con gangsters, pero no dejan de serlo por ese simple hecho.

Al Gobierno hay que señalarle, por otra parte, la preocupación que resulta de que terroristas de ETA puedan moverse con cierta comodidad, como parece, y no sólo por territorio vasco, poner y quitar bombas de seis kilos de goma-2 y darse el lujo de convocar una rueda de prensa posterior.

Si, como es probable, dicha conferencia de prensa ha tenido lugar en Francia, al señor Gíscard d'Estaing hay que ponerle de relieve que en su país han hecho compa recencia pública los responsables de la matanza del domingo pasado en Madrid, donde murieron no sólo súbditos españoles -lo que, sin duda, al chauvinismo francés hubiera tranquilizado un poco-, sino también centroeuropeos, y en la que pudieron perecer decenas de franceses de veraneo en España. La desatada, rocambolesca y furibunda campaña antiespañola que protagonizara la prensa francesa con motivo de la primera oleada terrorista de ETA contra el turismo no debería perder de vista que los asesinos preparan, dirigen y organizan sus golpes desde suelo francés. Y, por si fuera poco, después lo explican. Algo tiene que ver la indolencia o la ineficacia de los cuerpos de seguridad franceses, algo la inhibición de algunos de sus ministros y algo la complicidad pasiva de sectores vasco-franceses de población con los asesi natos en masa que ETA produce en este país.

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Al señor Garaikoetxea hay que pedirle más claridad en sus posiciones. Al cabo de unos días no sabemos si quiere o no la amnistía para los presos de Soria, Ambas propuestas son lícitas -aunque nosotros discrepemos de la prirnera-; lo que no es lícito es querer la amnistía y no quererla a la vez, Y que diga también el presidente del CGV si habló con ETA en nombre del Gobierno o mandó a hablar a alguien; y si habló con el Gobierno en nombre de ETA, o de alguien que hubiera hablado con los terroristas. Porque es obvio que la palabra de un asesino apenas vale nada, pero si la ETA es deleznable moralmente no lo es desde el punto de vista de su capacidad operativa. Los datos -no las opiniones- que han vertido en su rueda de prensa merecen ser tenidos en cuenta por la opinión pública y aclarados puntualmente en lo posible. A la postre, la existencia real de las bombas desactivadas, gracias a la propia información ofrecida por ETA, pone de relieve que nos encontramos ante una partida de locos, pero no de idiotas.

Y, por último, ¿qué decir de nuevo sobre esta misma partida, que amenaza ya con combinar las historias rocambolescas de José María el Tempranillo con la pasión por la sangre y el desprecio por la vida humana? Fue el propio diputado Bandrés, tan aflin, sin duda, a los planteamientos de ETA político -militar, el que declaró el lunes pasado que la mejor manera de que no explosione una bomba es no ponerla. ETA político-militar posiblemente no quería originar la matanza del domingo, pero la realidad es que fue quien la originó y puso en peligro cientos de vidas humanas más. En política no debe acostumbrarse a hacerjuicios sobre las intenciones, sino sobre los hechos. Y los hechos están ahí: nos encontramos ante una de las acciones más espeluznantemente vil, cobarde e incomprensible desde cualquier punto de vista que se la mire.

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