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Reportaje:Cien días de ayuntamientos democráticos / y 3

Numerosas corporaciones han eliminado los signos más visibles del régimen anterior

Con la llegada de las nuevas corporaciones democráticas se ha iniciado una especie de lavado de cara que afecta a los nombres de las calles, a las numerosas placas y monumentos a los caídos franquistas, a esos bustos y cuadros de los paladines de la revolución nacional-sindicalista que miraban a los alcaldes salidos de las elecciones del 3 de abril desde las paredes de sus despachos. Ha sido el signo más visible de cambio con que los munícipes han obsequiado a los ciudadanos. Hay otro aspecto revelador de la nueva situación sobre el que informan los corresponsales de EL PAIS en el último artículo de esta serie, y son las relaciones de los alcaldes y concejales de la izquierda con las autoridades civiles, militares y eclesiásticas.

José Luis Gil, teniente de alcalde socialista del Ayuntamiento de Albacete, procedente (le los movimientos cristianos de base, se levantó tímidamente en, un pleno y, a la altura de los ruegos y preguntas, solicitó que se hiciera un estudio para dar una ubicación más adecuada al Sagrado Corazón de la escalinata principal del Ayuntamiento. La imagen, de tamaño natural, ocupa desde hace más de veinte años una hornacina repleta de llores de plástico. Nunca lo hubiera hecho José Luis Gil. La respuesta fue elocuente: las flores artificiales dejaron paso a grandes ramos de claveles frescos que ocupaban todo el relleno de la escalera y limitaban el paso al piso superior. Los funcionarios organizaron una colecta para seguir comprando flores frescas a su Sagrado Corazón. ¿Qué se habría creído el impío teniente de alcalde? ¡Socialista tenía que ser! José Luis Gil hizo la propuesta porque el día antes de la toma de posesión de la Corporación, entre felicitantes y abrazos, él, católico practicante, había oído una referencia a la imagen: «¿Qué pinta aquí este tío?» Y el comentario le molestó. Aunque no había previsto el fervor nacional-catolicista de los funcionarios, como calificó él la eclosión floral.Ha habido algunos cambios, pero también permanecen muchas cosas. Usted no puede cambiar la mentalidad del españolito medio de la noche a la mañana, porque, si lo intenta, puede armarse un revuelo parecido al que hubo en Ubeda cuando la Corporación, de mayoría socialista., suprimió una subvención de 12.000 pesetas anuales que venía concediendo desde tiempo atrás a las religiosas siervas de María. Estas monjas se dedican a cuidar enfermos necesitados y realizan lo que se ha dado en llamar diversas obras sociales. Al conocer la decisión del Ayuntamiento, los ubetenses se movilizaron, empezando por los de ideología izquierdista, y comenzaron a llevar sus donativos a las monjitas o a abrir cuentas en entidades bancarias, hasta el punto de que sólo en unos días se cuadruplicó la cantidad de la subvención. También fue muy impopular en este pueblo la retirada de la cantidad que venía percibiendo la agrupación de cofradías de Semana Santa, que en Ubeda goza de gran fama.

Problemas con los santos

En ocasiones, las cosas se dan la vuelta, y es un alcalde socialista el que quiere sacar a pasear al santo como sea, ante la negativa del cura. Este caso de Don Camilo, pero al revés, sucedió en Santiponce, Sevilla, a finales de mayo. El alcalde, José Fuentes, tenía intención de volver a organizar la romería, interrumpida hace años, porque el pueblo se lo había pedido; el cura, Rafael Gómez, decía que ni hablar, que eso era puro folklore y diversión y que le iban a estropear la talla de la Virgen del Rosario, de Juan de Mesa, si la llevaban al campo. Al final ganó el alcalde, aunque los vecinos tuvieron que qrganizarlo todo, hasta la rifa de un frigorífico, para obtener fondos con los que comprar una nueva imagen.

También en Salamanca las autoridades municipales han dado muestras de reivindicar sus derechos religiosos. El obispado tuvo que abrir la arqueta donde se encuentran los restos de San Juan de Sahagún, patrón de la ciudad. La arqueta está cerrada con tres llaves, una de las cuales la guarda el Ayuntamiento. Pues bien, el obispado llamó a un cerrajero para que abriera la arqueta, mediante la separación de los goznes de la parte trasera. El Ayuntamiento protestó por no haber sido invitado al acto de apertura, cuando, a principios de siglo, con ocasión similar, sí hubo representación municipal.

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En algunos casos, la postura de las autoridades de los ayuntamientos con respecto a las procesiones y actos religiosos han tenido un eco especial, reflejo aún del más puro franquismo bajo palio. Es en Olot, Gerona, ciudad con un núcleo muy tradicionalista y religioso, y que cuenta con varias empresas dedicadas a la fabricación de imágenes de santos. Se celebra la fiesta del Corpus y el nuevo Ayuntamiento se ha negado a participar en la procesión corporativamente. Incluso el alcalde, que es de Convergencia, ha declarado a la prensa: «Las procesiones no se han hecho para mí.» Por eso el párroco de la iglesia principal de San Esteban publicará un escrito de réplica y lamentación en la Hoja dominical.

También en algunos pueblos de Jaén ha escandalizado el que las autoridades no asistan a las procesiones, aunque en otros los concejales de izquierda hayan precedido a las imágenes. Todavía se recuerdan, sin ir más lejos, esas fotos aparecidas en la prensa del alcalde de Madrid, Enrique Tierno, y el primer teniente de alcalde, Ramón Tamames, socialista y comunista, entre los inciensos de San Isidro Labrador por las calles de Madrid, Y cuando la localidad segoviana de San Ildefonso, en Elda o Teruel, las autoridades han decidido no asistir o recortar su presencia en actos religiosos, ha habido algunos comentarios pocos favorables. Y eso que en San Ildefonso tuvieron que restringir la asistencia a esos actos, porque el abad invitaba continuamente al alcade y a los concejales y casi había más celebraciones religisas que reuniones de la Corporación.

Tomás Rodríguez Bolanos, alcalde socialista de Valladolid, ha demostrado ser un hombre conciliador, que no quiere tener conflictos con las autoridades militares o civiles. El 13 de mayo, día del patrón de Valladolid, el alcalde pactó con el capitán general de la VII Región Militar, teniente general Campano López, que la banda de música del Gobierno Militar diera un concierto en la plaza de forma gratuita. Con el resto de las autoridades, se lleva bien Tomás Rodríguez, aunque haya tenido que decir públicamente, con motivo del incendio de su coche por dos jóvenes desconocidos, que, en fin, que le gustaría que las autoridades un gubernativas actuaran contra las bandas de ultraderecha con la misma eficacia que emplearon en otras épocas contra militantes de izquierda.

Al fin y al cabo, el gobernador civil de Valladolid permanece en su cargo desde que Arias Navarro era ministro de la Gobernación y en ese tiempo el actual alcalde fue detenido varias veces por su vinculación al PSOE y a la UGT y fue despedido de FASA por su participación en las huelgas mantenidas re en la empresa a principios de los in años setenta.

En otras partes no se llevan tan bien con los militares. Por ejemplo, en Euskadi. El Ayuntamiento de Vitoria, cuyo alcalde es el peneuvista José Angel Cuerda, se planteó si sería apropiado, tal y como está el patio, que en las próximas fiestas de la Blanca, el 5 de agosto, ronda se las calles la banda de cornetas y tambores del Centro de Instrucción de Reclutas número once de Araca, localidad próxima a Vitoria, ya que es tradicional que esta banda participe en las fiestas. Sin que todavía se haya tomado una decisión, las autoridades militares acaban de indicar que no participarán en las fiestas de este año «por motivos del servicio ».

Dentro del panorama de las relaciones de los ayuntamientos con las autoridades civiles hay que señalar el caso de León, donde el alcalde, Gregorio Pérez de Lera, y el gobernador civil, Luis Cuesta, no se invitan a los actos protocolarios que ambas partes organizan. El gobernador civil no ha aparecido por el Ayuntamiento ni el alcalde ha visitado el Gobierno Civil. Tampoco van muy bien las cosas en este terreno en Murcia, cuyo alcalde, José María Aroca, ha acusado al Gobierno de injerirse en asuntos ajenos por parte del gobernador civil de la provincia, Federico Gallo, con motivo de la elección de alcaldes pedáneos.

Lo que vale un peine en Albacete

«Se va a enterar usted de lo que vale y un peine», le dijo el delegado de Obras Públicas de Albacete, Indalecio Hernández, al alcalde interino de Peñas de San Pedro, José Joaquín Alfaro. El señor Alfaro había pro testado ante el delegado del Ministerio porque la entrada en funcionamiento del cuarto tramo del trasvase Tajo-Segura ha menguado considerablemente el abastecimiento de agua al pueblo, lo que hizo dimitir al alcalde electo, César Moreno. Como el representante de la Administración no diera una respuesta convincente, el alcalde interino se dirigió, a través de los parlamentarios centristas, al propio ministro de Obras Públicas, quien, siempre según lo que se comenta en el pueblo, debió de tirar de las orejas a su representante en Albacete. También ha habido roces entre los alcaldes y la policía. La primera autoridad municipal de Vich se enfrentó duramente de palabra con el comandante que mandaba las fuerzas antidisturbios enviadas a la ciudad para reprimir una manifestación ecologista.

Las autoridades judiciales también ha tenido sus más y sus menos con algunos alcaldes. El presidente de la Audiencia de Salamanca solicitó al Ayuntamiento ochenta licencias de aparcamiento para la .plaza del Caudillo (que se llama o está a punto de llamarse de Toro), con capacidad para veinticinco automóviles y lugar de aparcamiento

También ha habido roces entre los alcaldes y la policía. La primera autoridad municipal de Vich se enfrentó duramente de palabra con el comandante que mandaba las fuerzas antidisturbios enviadas a la ciudad para reprimir una manifestación ecologista.

Las autoridades judiciales también ha tenido sus más y sus menos con algunos alcaldes. El presidente de la Audiencia de Salamanca solicitó al Ayuntamiento ochenta licencias de aparcamiento para la .plaza del Caudillo (que se llama o está a punto de llamarse de Toro), con capacidad para veinticinco automóviles y lugar de aparcamiento oficial y reservado de la Delegación de Cultura, el Gobierno Civil y Palacio de Justicia. El Ayuntamiento sólo concedió doce licencias. A los pocos días, el presidente de la Audiencia fue multado por un policía municipal por aparcar en la plaza. Quizá alguien le oyera balbucear un «esto antes no pasaba».

Se llamaban "del generalísimo"

Si usted alguna vez viaja a Alicante, Elche, Benidorm, La Granja, Salamanca, Béjar, Gerona, Albacete, Huesca, Vitoria o Granada y se encuentra en las calles o plazas de Montaneta, Placa i Baix, Alameda, Nueva, de los Dolores, Toro, de la Libertad, El Altozano o Tres de Marzo, no piense que se ha equivocado de lugar: está inequívocamente en las calles, plazas, avenidas o alamedas del Generalísimo, Caudillo o simplemente Franco. La mayor parte de los pueblos y ciudades han borrado de sus fachadas y paseos la nomenclatura del bando vencedor de la guerra civil. Mola, Goded, Primo de Rivera, Calvo Sotelo, Queipo de Llano o Carrero Blanco no presidirán ya los paseos de usted y de sus hijos. No obstante, apunte estos nombres, estas denominaciones que tenían algunas calles y plazas, aunque es posible que tarden mucho tiempo en olvidársele: Héroes del Alcázar, 18 de Julio, Legión Cóndor, Defensores de Toledo, 25 Años de Paz, Jinetes de Alcalá. En Elda, por pura reiteración, tenían dos calles: Revolución Nacional Sindicalista y Mártires de la Revolución Nacional Sindicalista, Ahora se van a llamar Sagasta y Sagrado Corazón.

En una noche de mayo Alcázar de San Juan vio desaparecer de una de sus plazas la estatua de José Antonio. Sin embargo, aún no ha desaparecido de la plaza Mayor de Salamanca una placa con la siguiente inscripción: «España, vencedora del comunismo, en la Cruzada que levantó este día busca la paz del Imperio en el signo de Franco el Caudillo. » El Ayuntamiento, cuya Policía Municipal es capaz de multar al presidente de la Audiencia, va a cubrir la anterior inscripción con otra conmemorativa del 250 aniversario del comienzo de las obras de la propia plaza Mayor, que se celebran este año, En muchos ayuntamientos de Jaén ha desaparecido ya la placa que recordaba la frase de Franco: «Jaén me quita el sueño.» Y Franco, que quitó el sueño a tantos y tantos andaluces, ha ido a parar a lugares bien distintos. En Trebujena, Cádiz, donde la cárcel, en desuso, se ha convertido en un almacén de trastos viejos, un conserje le preguntó al nuevo alcalde, comunista, qué hacía con el busto de Franco. «Eso llévelo usted a la cárcel», respondió.

Placas de victoria sobre el comunismo, monumentos a las «víctimas del terror rojo» se van borrando de nuestra geografía, aunque sea con dificultad. En Santa Coloma de Gramanet, el alcalde, Luis Hernández, cura comunista, mandó retirar el monumento a los caídos. Dos miembros de Fuerza Nueva -los señores Justicia y Navajo- impidieron cumplir la orden a la brigada municipal y amenazaron con «vaciar el cargador» sobre quien intentara quitarlo. El alcalde decidió que lo retiraría el Ayuntamiento en pleno y solicitó ayuda a la policía gubernativa, pero ésta se negó y alegó que se trataba de un acto político. En medio de amenazas de bomba, se efectuó el traslado, con la protección de la Policía Municipal y la ayuda de militantes de izquierda y sindicatos.

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