Guatemala: 35.000 asesinatos políticos en diecisiete años

Más de 35.000 personas han sido asesinadas en Guatemala en los últimos diecisiete años. Un promedio de diez personas mueren diariamente en este país por razones políticas.Las víctimas se cuentan, sobre todo, entre campesinos, obreros, estudiantes, algunos de ellos de izquierda, y, otros, simples opositores a los regímenes militares que han gobernado el país desde 1954.

Las bandas paramilitares, verdaderos ejércitos subvencionados por los Gobiernos y por los partidos derechistas, desempeñan un papel cada vez más relevante en esta acción represiva.

El génesis de esas bandas se halla precisamente en 1954. El partido que sirvió para darle cobertura a la intervención, el denominado Movimiento de Liberación Nacional, respaldado por EEUU.

Ese partido creó una especie de santo oficio, denominado Comité contra Actividades Comunistas, que tuvo incluso el poder de condenar a cualquier ciudadano a un año de prisión, por encima de cualquier tribunal y basándose sólo en la sospecha de «actividades subversivas».

Posteriormente, cuando en 1962 la guerrila reanudó sus actividades, surgieron diversas bandas paramilitares, más o menos vinculadas a los Gobiernos. Pero el general Carlos Arana Osorio, jefe de la «contrainsurgencia», y después presidente (1970-1974), fundió las bandas en una sola, conocida como La Mano Blanca.

La Mano, como se la conoció, rastreó toda la región oriental del país, escenario de la lucha guerrillera y produjo incluso una especie de «diáspora» de campesinos de esa zona que huyeron a la matanza.

Sin embargo, la mano también fue superada, cuando después de secuestrar al arzobispo, Arana consideró que sus jefes habían ido demasiado lejos. Entonces surge Ojo por ojo. A su vez, Ojo por ojo fue sustituida hacia 1976 por el Ejército Secreto Anticomunista (ESA), que se responsabiliza ahora de un promedio de cinco asesinatos por día.

Para nadie es un secreto en Guatemala que esas bandas provienen del Ejército, y que, aparte de sus «militantes» de fila, muchas veces los mismos soldados y oficiales se ponen traje de civil y actúan como «irregulares» o «incontrolados».

Nunca un miembro de una banda paramilitar ha sido detenido y juzgado, aunque cientos de nombres se conocen y han llegado incluso a la controlada prensa guatemalteca. Por el contrario, más de un oficial fanático ha reconocido en público «el mérito» de esas agrupaciones.