Otro holocausto
Ahora que está de moda hablar de los holocaustos de las personas, ¿por qué no aprovechar para hablar de los holocaustos que han sufrido y están sufriendo los animales?Debería haber llegado el momento en que los nuevos alcaldes pusieran fin a los malos tratos y a la crueldad para con los perros y gatos vagabundos, tanto en la recogida como en la muerte de los mismos. ¿Sería mucho pedir que los que tienen que morir no sufran? ¿Acaso no es suficiente tener que morir, que, además, ha de ser con sufrimiento?
En España no tenemos nada que reprochar a la Argentina, donde dicen que los tiran vivos a una trituradora. Somos muchas las personas que conocemos de los malos tratos y las brutalidades que han sufrido los animales; desde los individuos que, por divertirse, le prenden fuego a una perra con sus cachorros, hasta el señor (o lo que sea) que ata un perro a su Mercedes y se lo lleva por un camino hasta destrozarlo. Pero las antiguas y las nuevas corporaciones locales no creo que estén libres de culpas; al menos no hay síntomas que hagan pensar que en esto ha cambiado algo.
Los perros que recogían las antiguas corporaciones locales eran tirados a pequeños pozos de cemento, y luego encendían unas mechas de azufre que ponían en la tapa, y después a esperar a que se asfixiaran en dolorosa y larga agonía. En otras localidades, los metían en lo que les llamaban cámaras de gas, pero de gas nada; eran como nichos de los cementerios, que los llenaban de perros y les aplicaban las mismas mechas de azufre. Los animales que no salían totalmente muertos, el perrero los tenía que rematar a golpes en la cabeza o eran arrojados medio vivos al camión de la basura. En otros lugares los llevaban en tractores y camiones a matar por los bancales. ¿Cómo se mataban estos animales? Pues se supone que ahorcados o a golpes.
ex presidente de la Sociedad Protectora de Animales
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