La victoria de todos
«El Estatuto vasco quedó aprobado por unanimidad veinte minutos después de la medianoche del día 17 de julio. Pero, en la ponencia constitucional donde se debatía, lo relojes se pararon un minuto antes de las doce. Así se cumplió, mediante una ficción, el trámite legal que cerraba el plazo para su discusión antes de la medianoche y, de paso, se impidió a una de las más altas conquistas de nuestra democracia penetrar en el terreno de una fecha que el pueblo español identifica con la negación de la libertad. ( ... )Suárez y Garaicoetxea han protagonizado un debate político de los que sólo muy raras veces ocurren: ambos han sacado adelante, prácticamente intactas, sus respectivas zonas innegociables, al tiempo que han logrado compatibilizarlas con una transparencia y una facilidad que nos dejan perplejos. Garaicoetxea tenía el espinoso mandato de hacer prevalecer sin renuncias al Estatuto de Guernica, y ahí está éste sin una sola coma que lo traicione en el texto de la ponencia. Por su parte, Suárez necesitaba la entera constitucionafidad del Estatuto y lo ha logrado. La sutileza y la profundidad del pacto se debe a que Suárez construyó su propia victoria facilitando la de su interlocutor vasco.
Pero detrás de los memorables debates de la Moncioa hay algo más que honradez e inteligencia en las delegaciones negociadoras. Está la propia lógica de la democracia puesta en marcha y respaldada por el Rey, y que obliga a quienes la asumen a una profundización permanente en la concordia y la reconciliación nacional. Si la lógica del franquismo era la de la guerra permanente y su eficacia radicaba en la búsqueda ininterrumpida de enemigos reales o ficticios, la profundización en la democracia conduce al proceso inverso: al encuentro inevitable de quienes parecían inencontrables, a la conversión del enemige en adversario y de éste en interlocutor.
El encuentro entre la UCD y el PNV, su mutuo descubrimiento como interlocutores demócratas, es otro de los triunfos ocultos que hay bajo la aprobación del Estatuto vasco. Como lo es igualmente la madurez de Coalición Democrática al colocar en la ponencia al hombre adecuado para esta tarea, José María de Areilza. Y la solvencia que proporciona al texto aprobado el visto bueno de la izquierda vasca por boca de los representantes del PSOE, el PCE y Euskadiko Ezkerra.
El debate del Estatuto de Guernica ha puesto de manifiesto que la democracia y sus leyes están ya incorporadas a las conductas y a los caracteres de hombres e instituciones. Se ha pasado ya la cresta de la ola de la marejada de Euskadi. Un buen comienzo para otra época.»
19 de julio
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