Julio Robles hizo un quite sensacional
Plaza de Las Ventas. Toros de José y Francisco Ortega: aceptables de presencia, con casta, nobles. Manuel Amador: pinchazo, pinchazo hondo, cinco descabellos (bronca). Cuatro pinchazos, estocada tendida (bronca). Julio Robles: pinchazo, estocada caída (vuelta). Pinchazo, estocada caída (oreja). Roberto Domínguez: pinchazo, estocada caída, dos descabellas (palmas). Estocada baja, descabello (oreja, protestada). El cuarto fue muy bien picado por Mejorcito. Destacó con las banderillas Faiquí, y en la brega Rondeño.Julio Robles hizo en el cuarto toro un quite extraordinario. Fue un quite para la historia. El toro, bravo con el caballo, derribó al picador Mejorcito en la primera vara. Tomó una segunda, con gran estilo, la cabeza bajo el peto y empujando con los riñones, mientras Mejorcito lo picaba arriba. Entró Robles en turno de quites, se llevó el astado a los medios y ejecutó cuatro verónicas de asombro. La suerte cargada, el capote a rastras y las muñecas movidas con gran lenti tud; remataba con limpieza y en garzaba una verónica con la otra El remate, media veránica con las dos rodillas en tierra, fue de tauromaquia añeja. La ovación, de gala El domingo Julio Robles cuajó en Las Ventas la tarde completa que llevaba mucho tiempo es perándose. Aparte el sensacional quite, Robles estuvo toda la corrida en torero; mejor su actuación de conjunto que al detalle. Lucido siempre con el capote, le faltaron a las verónicas de recibo el reposo de otras ocasiones. Con su primero, el único toro con problemas de la corrida, era incierto y probón, hizo una faena dominadora. Estuvo con este toro en plan mandón, muy valiente además. Hubo unos derechazos y sobre todo naturales de gran calidad. Se alargó al final y esto lo estropeó todo, pues el toro aquerenciado se defendía. El quinto de la tarde entró cinco veces al caballo, descabalgó dos veces al piquero y le hicieron una carnicería. Muy aplomado en la muleta, apenas andaba. Robles porfió con denuedo y, a base de insistir, sacó derechazos y naturales de gran mérito. Supo esta vez dar emoción a la labor, pero no hubo calidad.
Roberto Domínguez, vulgar en el tercero, no pasó de voluntarioso en el sexto. Pero el toro, de gran nobleza, no era para estar voluntanoso, era de éxito grande. Con el capote toreó con la suerte descargada, pero con más temple que otras veces. Comenzó la faena al sexto con pases sentado en el estribo, siguió de rodillas y andando muy bien a la res, se salió a los medios con buenos pases de pecho. Luego los naturales le salían enganchados, rectificaba la posición con tres o cuatro pasos para ligar el siguiente muletazo. Con la derecha, iniciaba bien y terminaba fatal, al no correr la mano. Sólo al final de la faena, larguísima además, ligó un natural y el de pecho. A pesar de la orejita que le dieron, desperdició al noble ejemplar de Ortega.
Amador toreó con la capa con mucho gusto y muy despegado. Un trincherazo al primero fue soberbio. Se desconcertó por el ligero gazapeo de la res y abrevió. El cuarto, bravo y noble, fue descubierto por Robles en el quite. Amador dio claras muestras de disgusto por el hecho, por lo que el público se le echó encima. La faena, aún por debajo de la calidad del toro, tuvo empaque. Dos naturales cargada la suerte, un pase de pechos unos derechazos fueron los muletazos más finos de la tarde.
Los toros de José y Francisco Ortega, sin gran poder, incluso varios blandearon de mano, tenían casta y dieron buen juego en varas. Tercero, cuarto Y quinto, derribaron. Cuarto y sexto, sobre todos, fueron de gran nobleza. En suma, dieron un juego muy interesante.
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