Ganó Europa
Robert Leach, estudiante de veintitrés años, estuvo el pasado año 72 horas ante la puerta de Wimbledon para presenciar la final Borg-Connors y no pudo cumplir su objetivo. Este año ha estado 172 horas con su saco de dormir y las provisiones para ver el Borg-Tanner y ha alcanzado la taquilla. Dos perros le han ayudado a defender su puesto en la cola. Aunque la computadora que estableció las cabezas de serie equivocó la final, el Borg-Tanner merecía la espera de Robert Leach.Tanner era un enemigo peligrosísimo para Borg. El norteamericano tiene un servicio tremendo y peculiar. Golpea a la bola cuando ésta no ha comenzado a descender y la potencia que le imprime puede desconcertar al tenista de nervios más templados. La final se decidía en el modo en que Borg acertara a restar. El juego de Tanner resultó, como el marcador señaló, muy problemático para Borg, pero al final éste pudo imponer el suyo. Borg ha mejorado su juego en un detalle fundamental: golpea con más fuerza y le imprime a la bola una mayor profundidad. Sus adversarios se ven retenidos en el fondo de la pista, sin posibilidades de ir a la red con ventajas.
Borg no ha perdido en Wimbledon desde los cuartos de final de 1975, en que fue batido por Ashe, el campeón de aquel torneo. Veintiocho partidos consecutivos han conocido el triunfo del sueco, o lo que es lo mismo, durante veintiocho semanas se ha sostenido como rey de Wimbledon. En mayo renovó su título de Roland Garros y ahora ha hecho lo propio en Londres. Borg y Navratilova, dos europeos, se han impuesto al violento juego de saque y volea de americanos y australianos. Borg resiste ya cualquier comparación. Y a lo mejor sale beneficiado de ella.
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