Buen ambiente y buena música en la Noche Andaluza de la Media Luna

El pasado viernes tuvo lugar en Madrid una autodenominada Noche Andaluza de la Media Luna. Tras sufrir el chasco de no poder contemplar la reentré de Ramoncín en Madrid, debido a una luxación de tobillo por parte del artista, mucha gente acudió a la plaza de toros de Carabanchel para intentar acabar bien la noche sumergido en la música de Imán, Lole y Manuel, Manolo Sanlúcar y Guadalquivir. He dicho que mucha gente, pero en realidad mejor sería decir que bastante. Sólo unas tres mil personas, que, eso sí, disfrutaron de uno de los mejores festivales que se hayan visto en la capital últimamente.Comenzaron Imán (Califato Independiente), que, tras la marcha de su anterior bajo, Iñaki Egaña, han abandonado un poco la trascendencia de sus temas y se vuelcan más en una onda semisalsera que caló de manera clarísima en el personal. El líder del grupo sobre el escenano es, en estos momentos, su guitarra, Manuel Rodríguez, que confirmaba al final esa nueva onda hablando de la conveniencia de meter un percusionista que le diera más aire a la sana marcha del grupo. El caso es que supieron quedarse bien con el personal para dar paso a la magia de Lole y Manuel.

Con Lole y Manuel ocurre un poco como con Sisa: su presencia allá arriba siempre es una experiencia distinta, pero siempre convincente. Alguna canción nueva o canciones ya conocidas por todos fueron a pasar por la garganta imposible de Lole y por la guitarra sencilla pero ajustada de Manuel, que parece renunciar cada vez más a cantar él mismo. Se diría que, al igual que todos los demás, se queda colgado de los labios de Lole, y que finalmente así está bien, que es mejor no tocarlo. En todo caso el fervor del público en esta noche preciosa llegó con ellos a convertirse en entrega total.

El festival, por otra parte, estaba bien diseñado, porque a continuación salió Manolo Sanlúcar (junto a su hermano en ocasiones) para demostrar que el nuestro es el país de la guitarra mucho más allá del tópico. La desventaja de Manolo frente a un Paco de Lucía es que su toque es menos agresivo, más teñido por una suavidad clásica que en algunos temas se volvía hacia los Albéniz o Rodrigo sin llegar nunca a ser versiones de piezas de estos últimos. En todo caso, a la gente le quedaban unas cuentas fuerzas que utilizaron en aplaudir tanto encaje de bolillos sobre seis cuerdas.

Por desgracia para Guadalquivir, las fuerzas habían desaparecido cuando a ellos les tocó subir al escenario. Eran casi las dos de la madrugada y ellos fueron las víctimas de un cansancio que por estas fechas lleva el signo de lo acumulado a lo largo de un año. Guadalquivir estuvieron bien, aunque la actual estructura del grupo conlleve una música algo monótona que se salva sobre todo gracias a una de las mejores secciones rítmicas de España. La gente se iba y al final de su actuación fueron aplaudidos por unos cuantos agradecidos que permanecieron allí hasta el final. En resumidas cuentas, una bella noche de música, pacífica, tranquila y cómoda como hacía tiempo que no se veía por aquí. El día 20, en Barcelona.