La degradación de los servicios públicos

«Si usted quiere que alguien llegue a la conferencia que usted va a pronunciar o a la junta que se va a celebrar dentro de diez días, además de enviar la invitación correspondiente, utilice el teléfono; si se casa algún amigo, entérese personalmente del día, lugar y hora, sin esperar a que le llegue el tarjetón. El correo español funciona muy mal, ya no es de fiar. ( ... )Si usted tiene en trámite en el ayuntamiento o en cualquier otro orgarusmo oficial algún asunto que le urge resolver, si usted cuenta con ello para algo y tiene un plazo fijo, prudencial, etcétera, pierda la esperanza. Las cosas oficiales tienen su trámite y se resolverán cuando el funcionario de turno quiera, no cuando usted, razonablemente, espera. ( ... )

No es serio todo esto, no nos lo merecemos, sobre todo cuando se nos está apretando duramente en el terreno fiscal y cuando, según los propios responsables, el ciudadano está respondiendo muy bien a este reclamo impositivo. No hay correspondencia en los servicios que se nos deben, sino degradación hasta límites insoportables. Al ciudadano español se le está convirtiendo en sujeto de obligaciones y no se le respetan sus derechos más elementales, se le pide seriedad en su contribución y se le niega esa misma seriedad a la hora de recibir la contraprestación que le corresponde. ( ... )

Servicio público: concepto que los servidores han olvidado o están olvidando, sin que, al parecer, nadie les pida responsabilidades. Con todas las excepciones que hagan falta, el estado de nuestros servicios públicos se está haciendo lamentable. ¿Quién se responsabiliza de esos deberes?»

1 de julio