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El impuesto de plusvalías no se mitigará con actuaciones de valor, sino con regularizaciones

«Frente a la inflación no podemos reaccionar con la indiciación, es decir, con la repercusión directa de la misma a los costes», dijo ayer el ministro de Hacienda ante un grupo de empresarios convocados por la Asociación para el Progreso de la Dirección. El ministro señaló que en el impuesto sobre las plusvalías, que ha despertado recelo y protesta en círculos empresariales -así se ha puesto de manifiesto en numerosas juntas generales-, no se va a modificar recurriendo a la revalorización de los activos de forma anual. « En todo caso», dijo, «procederemos a regularizaciones de balances, que supone asimilar la inflación con retraso. La regularización», añadió, «va a ser una técnica frecuente que permitirá el paso de las reservas afloradas a capital sin cargo para el accionista.»En su intervención, el ministro de Hacienda insistió en la fase de inestabilidad y cambio en que estamos viviendo. Las políticas económicas y todo tipo de disposiciones tienen que adaptarse al cambio, modificarse y evolucionar. Esto es aplicable, dijo, al sistema fiscal y por ello lo más probable es que en el Presupuesto para 1980 aparezcan medidas que varíen los tipos y las tarifas de los impuestos y que establezcan estímulos a la inversión, que serán por tiempos reducidos con objeto de que sean eficaces a lo que se pretenda.

La exposición del señor García Añoveros comenzó por los aspectos energéticos, que habían ocupado toda la atención del Gobierno en la reunión de la Comisión Delegada, celebrada horas antes en el palacio de la Moncioa.

La factura energética, para el consumidor

La factura que nos han aplicado los países de la OPEP en Ginebra la pasada semana, señaló el ministro, nos cuesta 200.000 millones de pesetas más al año, sin ninguna contrapartida y con garantía de incremento con el paso del tiempo, tiempo que cada vez es más breve. Ante esta situación, el Gobierno no quiere ser ni pesimista ni optimista de fórma voluntarista; hay que tomar decisiones para evitar que la situación se deteriore y se pudra.«El Gobiemo», dijo más adelante, «sabe que el mayor coste del petróleo no se puede repercutir en nuestras exportaciones, porque no serían competitivas. Tampoco podemos repercutirlo en forma de reducciones de consumo, ya que estamos a niveles muy bajos, donde la industria y el transporte cubren la mayor parte de los derivados del petróleo. Finalmente, tampoco puede repercutirse en el sector público o en el Tesoro, puesto que el déficit previsto es ya elevado. La única opción es, pues, repercutir el mayor precio al consumidor.»

Control del sector público

El señor García Añoveros dedicó la segunda parte de su intervención a comentar lo que él llamó «gigantesco esfuerzo del sector público para contener el déficit». Este esfuerzo se está haciendo, añadió, en un momento en que el sector público sufre un acoso sin precedentes tanto en la demanda de los servicios sociales que debe atender (enseñanza, sanidad, com unicaciones, etcétera) como en el apoyo a los sectores económicos en crisis o a punto de derrumbarse. Lo que los empresarios nos piden en los despachos, dijo más adelante, son más subvenciones, más ayudas, más nacionalizaciones de pérdidas.En esta situación, de cara al próximo Presupuesto de 1980 y al actual, el Estado trata de congelar las plantillas, no cubrir los puestos vacantes, congelar los déficit de las empresas públicas y partir de cero a la hora de preparar los Presupuestos, con objeto de evitar aumentos lineales injustificados de los mismos.

Silencio empresarial

La intervención del ministro consiguió cosechar los aplausos de rigor, negados a otros ministros en ocasiones similares, pese a que en algunos momentos hubo reprimenda al empresariado. En el turno de preguntas los asistentes apenas tuvieron objeciones que formular incluso al tema de las plusvalías, por el que se ha vapuleado al Gobierno en numerosas reuniones de accionistas. Entre los presentes estaban empresarios de primera fila del sector público, privado y multinacional.

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