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Ensidesa reducirá este año sus pérdidas a la mitad de las de 1978

La reducción hasta 6.200 millones de pesetas del volumen de pérdidas correspondientes al presente ejercicio de 1979 fue anunciada ayer por el presidente de Ensidesa, José Luis Baranda, en la junta general de accionistas, celebrada en Oviedo. Las pérdidas registradas en el pasado ejercicio totalizaron los 12.214 millones de pesetas, atribuibles -según el presidente- a la congelación de las tarifas siderúrgicas, que no han permitido repercutir los costes en permanente alza, o la profunda depresión de la demanda interna y a motivos estructurales.En su informe a los accionistas, el presidente de Ensidesa destacó los logros alcanzados en materia de reducción de costes y de los déficits trimestrales durante el pasado ejercicio. Mientras en el primer trimestre se apreciaron unas pérdidas de 5.111 millones de pesetas, la evolución de los trimestres sucesivos presentó reducciones sucesivas hasta los 1.686 millones registrados en el último trimestre del año. Esta tendencia decreciente en la cuenta de pérdidas se viene manteniendo en los primeros cinco meses del presente 1979, lo que permite augurar que la cifra inicialmente prevista de saldo negativo, próximo a los 8.000 millones, podrá ser reducida hasta unos 6.200. Como objetivo a medio plazo, el señor Baranda insistió en la necesidad de reducir progresivamente las pérdidas.

Problema financiero

El principal problema con que, a nivel interno, se enfrenta actualmente Ensidesa es su deficiente estructura financiera. El endeudamiento a medio y largo plazo ascendía en diciembre de 1978 a 114.931 millones de pesetas, de los que 49.395 millones correspondían al Instituto Nacional de Industria (INI), principal accionista de la empresa. Esta cifra de endeudamiento con el INI supone el 43 % aproximado del total de su cifra de préstamos. Este importante volumen de endeudamiento (casi diez veces su capital social) generó el pasado año unos costes financieros de 11.348 millones de pesetas, prácticamente igual a las pérdidas registradas. Al comentar este punto, el señor Baranda se refirió a la necesidad de que el Estado se decida a apoyar el saneamiento financiero de la siderurgia integral, como único medio de garantizar su supervivencia y propiciar que la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE) no constituya una fatal aventura para las siderurgias integrales, públicas y privadas. Por otra parte, las deudas de Ensidesa a corto plazo totalizaban, a finales del pasado año, la suma de 55.842 millones de pesetas, de los que 29.840 millones correspondían a suministros de proveedores no pagados. La suma total del débito a Ensidesa en esa misma fecha era de 26.495 millones, de los que 17.138 correspondían a clientes «morosos».La mejoría registrada en la cuenta de resultados de los tres trimestres finales de 1978 se debió esencialmente a la aplicación de los aumentos autorizados por el Gobierno para las tarifas internas (10%) y la ligera mejoría de los precios internacionales. «Asimismo es de destacar», señaló el presidente, «el esfuerzo realizado en materia de reducción de costes y el incremento de la productividad ».

Sobre nuevas ampliaciones de capital en Ensidesa, el señor Baranda señaló que ello corresponde a las decisiones que en materia de ordenación del sector siderúrgico quiera elaborar el Gobierno. «Decisiones que son cada día más urgentes y que no se vislumbra una fecha determinada para su adopción. Aunque confío que se produzcan en este mismo año.» Las ayudas otorgadas a la siderurgia integral en 1978 (11.000 millones en capital y otros 11.000 en crédito oficial para Ensidesa) han supuesto un importante respiro para la difícil situación financiera de la sociedad.

Cara al futuro, el presidente de Ensidesa insistió en la necesidad de acometer el plan de reestructuración ya diseñado con el horizonte de 1985, con unas inversiones anuales del orden de los 17.000 millones de pesetas, que necesariamente deberían ser cubiertas al menos en parte por la vía de la autofinanciación, lo que a su vez hace imprescindible insistir e intensificar los esfuerzos encaminados a cuando menos equilibrar las cuentas de resultados. Este plan de inversiones contempla básicamente el objetivo de equilibrar la capacidad productiva de Ensidesa, mejorando su rendimiento. Básicamente, se pretende ampliar la capacidad de transformación del arrabio por acería de oxígeno, construir un tren de bandas en caliente y que entre el 70% y el 80% del acero producido se haga por colada continua.

La actual estructura de costes de Ensidesa está repartida entre personal (28%), energía (25%), amortizaciones (6%), costes financieros (12%), transportes (6%) y el resto con «varios».

Las pérdidas por tonelada producida han sido de 2.490 pesetas, mientras la media del sector ha sido de 2.600 pesetas por tonelada.

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