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Juan Pablo II puede renunciar a construirse una piscina privada

Juan Arias

Según la agencia socialista Kronos, el papa Juan Pablo II desea renunciar a la piscina que se le está construyendo en los jardines de su residencia Veraniega de Castelgandolfo. Sobre esta piscina se ha hablado mucho en la prensa italiana en los últimos meses.

Al principio se había negado hasta la noticia de su construcción. Más tarde, cuando algunas revistas publicaron las primeras fotografías, se dijo que se trataba de un regalo de los polacos norteamericanos al Papa, el cual, no pudiendo ya salir a esquiar y siendo un buen nadador, podría recuperar sus fuerzas después de las duras jornadas de trabajo en el Vaticano, braceando escondido a la curiosidad de la gente, ya que los altos árboles de Castelgandolfo impiden la vista incluso desde helicóptero.Ahora, después de algunas críticas publicadas sobre esta iniciativa vaticana, parece que el Papa ha querido zanjar la cuestión afirmando que la piscina podrá ser usada por las asociaciones católicas de los alrededores de la finca de Castelgandolfo.

Según la agencia que ha dado ayer la noticia, las críticas a un Papa con piscina han venido, más que del mundo laico, de algunos cardenales horrorizados de pensar que las revistas pudieran un día salir publicando fotografías del vicario de Cristo en bañador. Al Papa, naturalmente, no le habrán dado estos motivos.

Al parecer, se le ha hecho saber que un Papa que se construye una piscina privada podría hacer pensar en un «aburguesamiento del papado», y más en el caso de Wojtyla, que viene de una experiencia de sociedad socialista y de una Iglesia muy pobre. Y también que los empleados del Vaticano, a quienes se les ha negado el aumento de sueldo que habían pedido, alegando la penuria económica de las arcas papales, podrían soliviantarse viendo que sí existen los millones para construir una piscina.

Algunos observadores ponen de relieve que en la curia nadie protestó cuando Pablo VI se hizo construir unos jardines colgantes encima de sus apartamentos, para poder descansar sin tener que bajar a los jardines vaticanos, y no cabe duda que la cifra empleada para la construcción de estos jardines fue muy superior a lo que puede costar una piscina.

Según el experto religioso de Reppublica, Domenico del Río, al parecer otra piscina va a surgir dentro de los jardines vaticanos, e indica incluso el puesto exacto donde ya han empezado a funcionar las excavadoras. Se trataría de un espacio de jardín entre el Banco Vaticano y la capilla de los guardias suizos.

Algunos monseñores más tolerantes responden que también el papa Wojtyla tiene derecho a poder descansar, sobre todo después de las palizas que se da con las audiencias multitudinarias y sus continuas salidas a las parroquias de Roma. Por otra parte, añaden, se trata de un Pontífice que estaba acostumbrado a hacer todo tipo de deportes. «No se le puede de repente encerrar en una jaula.» Y a los críticos les recuerdan con una cierta satisfacción que estos gestos del Papa, que lo «humanizan», gustan incluso a los teólogos más progresistas. Se refieren al terrible Hans Kung, que en estos días ha presentado en Roma su famoso libro sobre la existencia de Dios, que tantos quebraderos de cabeza ha dado a la curia. Hans Kung, en realidad, en diversas ruedas de prensa, ha alabado «el estilo de este Papa», aunque se ha quejado que no sea más abierto en materia de celibato y de control de natalidad.

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