Las autonomías
Me atrevería a pronosticar, dentro de mi modesta opinión, que el país va a entrar, precisamente ahora, en la fase más aguda del proceso político en que España se halla inmersa. La discusión de los proyectos de autonomía vasco y catalán van a traer consigo -si sigue la miopía del partido en el Gobierno- un verano caliente. Precisamente el presidente del Gobierno y de la UCD es quien tiene en sus manos el evitar este verano. Debemos mentalizarnos todos de que el País Vasco y Cataluña son distintos al resto de España; por mucho que queramos, no se les puede tratar lo mismo que a Castilla,o a Extremadura, y conste que soy extremeño.Ahora bien, estas diferencias, que quizá pasen inadvertidas para la mayor parte del pueblo, no deben pasarlo para los dirigentes de UCD y del Gobierno, y si pasan, solamente cabe una posibilidad: que se vayan, pues no sirven para gobernar.
Pero cabría preguntarse el porqué de mi afirmación de que Cataluña y el País Vasco son diferentes. Pues bien, en estas regiones se dan unas relaciones sociales propias de soriedades industriales avanzadas, y no se les puede mirar con el mismo prisma que al resto de España. Otro factor que les hace distintos es el hecho de que las centrales sindicales con más fuerza, o si no con igual, son independientes de partidos políticos. En el caso vasco, la central que cuenta con más afiliados es ELA-STV, nacionalista e independiente, y en Cataluña está situada CNT, sindicato de tendencia anarcosindicalista, que en caso de desencanto nacionalista puede ver aumentadas sus fílas sensiblemente.
Con estas premisas se pueden elaborar muchas y positivas conclusiones que pueden ser el principio de un entendimiento por el Gobierno del problema autonómico.
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