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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre publicaciones para homosexuales

Los homosexuales, como sabe cualquiera que haya leído Reader's Digest, disfrutamos de un complejo edípico que no se lo salta Sófocles, por lo que aceptamos con la más filial de las disposiciones cualquier reprobación o consejo, sobre todo sí vienen adobados con su correspondiente dosis de moralina; pero no cuando el benemérito amonestador evidencia la desinformación que Francisco Umbral, en su Spleen de Madrid del 8 de junio. Desinformación sorprendente en quien, según las crónicas -no sabemos si marcianas- presumía, a propósito de su El Giocondo, de haber introducido el tema de la homosexualidad en la novela española moderna. Políticos hay (dar nombres es superfluo) aficionados a arrimar el ascua de la confusión a su sardina para sacar tajada; pero en el caso del señor Umbral la finalidad no está muy clara, a no ser la de rellenar los folios del obligado artículo. Porque establecer relación entre la liberación homosexual y el terrorismo, para acabar definiéndolos a ambos como machismo, y machismo burro encima, aniquilador del macho pensante, es como para ponerle a merced de Valerie Solanas. Y pretender que tras las publicaciones homosexuales seudopornográficas, que desagradan al articulista menos que a cualquier homosexual militante, están los movimientos de liberación, es tan absurdo como identificar Playgirl con feminismo, o Interviú con lucha obrera. Los movimientos homosexuales españoles no pueden permitirse la edición de esas revistas, y si pudieran, esté seguro el señor Umbral de que serían, no diremos sí mejores, pero sí distintas y acordes con los planteamientos comunes a todos los grupos del Estado, bien ajenos a los de los responsables de esas publicaciones, como se demuestra en nuestros más modestos boletines respectivos. Es extraño que a escritor tan avispado se le haya escapado que esas son publicaciones semi-fantasmas, nutridas con material gráfico de agencias extranjeras y con textos en los que con excesiva frecuencia asoma la pluma reaccionaria, cuando no el despiste: una de ellas, por ejemplo, informaba del gran éxito en Madrid de unas Jornadas de Sexualidad, que nunca llegaron a celebrarse por prohibición ministerial. Nunca los movimientos de vindicación homosexual van a respaldar ese erotismo mitificador y discriminante (como el de cualquier revista erótica comercial, por otra parte), componente de un código estético impuesto, en este, como en otros aspectos, por el cine, la televisión y las agencias gráficas, y ajeno al ámbito en que nos movemos. Consuélese, pues, don Francisco que incluso él, corto de vista, blanco y desguazado, es preferible a los camioneros de oportuno desgarrón muestra-gracias en la pernera de sus poco resistentes Wrangler. Pero no desnudo, por su madre, que ya le vimos así en la portada de uno de sus libros, bien es verdad que tapándose la leyenda con la máquina de escribir.En resumen, que aquí todos vamos a algún sitio: Francisco Umbral, a su primer millón de artículos, y es posible que al café instantáneo; los editores de las revistas en cuestión, que son los que mejor se lo montan, al dólar; nosotros, a lo nuestro, que no es el acoso y derribo de recios camioneros en la M-30, aunque es una posibilidad a considerar.

Frente de Liberación Homosexual de Castilla

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