El Naranjito y punto final
Que El Naranjito no es un acierto, es evidente. Pero de ahí a organizar un pequeño drama nacional por tan infausto motivo me parece una exageración. Mi abuela, que tenía el saber natural del pueblo, del pueblo bien entendido; no del «botejarismo» andante, me hablaba siempre de los que confunden el culo con las cuatro témporas, o de los que olvidan el grano, en función de la paja. Como si el país no tuviera decenas de temas importantísimos de los que ocuparse...Por otra parte, el infausto Naranjito no es ni mejor ni peor, que el perrito salchicha de la Olimpiada de Munich, que el horrendo castor de la Olimpiada de Montreal, que el cursi gauchito de los Mundiales de Argentina, o que el ridículo osito de la futura Olimpiada de Moscú.
Por tanto, lo mejor es el olvido.
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